viernes, 31 de octubre de 2014

Soñando sueños



Otra de tantas noches sumido en un océano de dudas, intentando pincelar de colores los sueños, mientras tanto me abordan en la oscuridad de la noche pesadillas, intento colocar en un tiempo que no se si existe sueños de amores a veces imposibles, se me insinúan damas vestidas de un raso negro inmoral, la bellezas de sus rostros sin globos oculares la rompen las lagrimas de sangre que manan por ellos.

Se me difuminan en esa oscuridad del dormir sueños, a los que intento subirme de un salto, son como trenes que pasan por las estaciones fantasmas a gran velocidad sin parar en ellas, me da tiempo a ver muy fugazmente a algunos de esos viajeros a los que conocí después de muchos despertares, los trenes circulan sin sus ruedas de metal, una vez y otra vuelvo a intentarlo, pero mis movimientos son demasiado lentos para alcanzar el estribo de ellos, cansado de tantos intentos fallidos, se me abren los ojos en la oscuridad de mi habitación.

Noto como de mis ojos resbalan unas lágrimas humedeciendo la almohada, no sé si me encuentro soñando o estoy despierto, intento ubicarme, pero no lo consigo.

Intento buscar en mi imaginación, siento un vacio infinito como si se hubieran volatizados todos mis pensamientos, todos mis sueños llenos de coloridos, alegrías y esperanzas, me había quedado sin ellos.

Por fin, la primera claridad del amanecer me hace abrir los ojos, intento recordar lo pasado en la noche pero mis recuerdos son confusos, me vienen imágenes distorsionadas de personajes que no conozco, paisajes tenebrosos, ángeles celestiales con espadas en alto luchando entre ellos, imágenes de hadas y elfos intentando huir de las llamas del infierno. Vuelvo a cerrar los ojos intentando con esa aptitud borrar los recuerdos que me vienen de la noche, al fin lo consigo, dejo pasar unos instantes antes de abrirlos, sin quererlo me viene un suspiro de tranquilidad y me hundo en un sueño profundo.

 

 

 

Rafael Huertas  

 

 

 

 

 
 
 

domingo, 19 de octubre de 2014

La Mansión




Estaba antes de llegar al pueblo, retirada de la carretera, desde la cual se veía, una mansión majestuosa de dos pisos, no tenia prisa ninguna, pues estaba de vacaciones por la zona, por lo cual me acerque a visitarla, no había ningún cartel a la entrada del camino que prohibiese su entrada, el camino estaba en buen estado.
Pare el coche justo a la entrada, baje y alce la mirada al piso superior de la casa, tenia unos grandes ventanales y una gran terraza encima de la entrada principal, creo que era mas grande de lo que aparentaba desde afuera, a simple vista estaba en buen estado la construcción, me dirigí a la suntuosa entrada de la mansión..., lo primero que se me ocurrió fue gritar... ¡Hay alguien!
Aquella escabrosa escalera, abrazada por ramajes moribundos, con su barandilla de balaustres resquebrajados, me daba la bienvenida a la entrada de una mansión sin ningún habitante con vida aparentemente, sin subir ningún escalón volví a gritar... ¡Hay alguien! No hubo ninguna contestación.
Me dirigí a echar un vistazo a los alrededores de la casa, estaba llenos de matorrales, nada anormal para una mansión abandonada hace muchos años. Detrás, la casa era muy sombría, con mucha vegetación y grandes árboles regados por un arroyo..., su caudal se escuchaba según me iba acercando a la parte trasera de la grandiosa casa, la cual no tenia puerta trasera, lo que me llamo la atención fue ver entre la maleza un gran portón cerrado por una gruesa cadena y un enorme candado, era como una entrada a un sótano, y en los laterales de dicho portón, unos ventanales pequeños acristalados, por los cuales apartando la maleza intente ver algo de su interior pero tal era la suciedad que tenían por su interior, que era imposible ver algo.
De nuevo me dirigí a la entrada para coger el coche y dirigirme hacia el pueblo, pues quería saber si había alguna gasolinera cercana, antes de entrar al coche eche de nuevo un vistazo a la mansion, cual fue mi asombro..., que en la terraza del piso superior antes vacía, vi a través de los balaustres de la terraza una mecedora y un caballo de los de juguete, los dos balanceándose.
Volví a gritar...¡Ahí alguien en la casa! El silencio era casi sepulcral.
Hice caso omiso a lo que vi, me metí en el coche y arranque.
De camino al pueblo, en el coche no podía dejar de pensar, como se me podía haber pasado por alto el no ver antes la mecedora y el caballito de madera, estaba seguro de que la primera vez que mire a la fachada de la mansion, no estaban ahí.
A unos pocos kilómetros, antes de llegar al pueblo había una gasolinera, pare para llenar el deposito de gasolina, salió atenderme un hombre ya algo mayor, le pregunte si estaba lejos el pueblo. Pasando el puente del arroyo, a medio kilómetro se encuentra la entrada del pueblo, al nombrar el hombre el arroyo, fue tal mi curiosidad, que le pregunte por la mansion que estaba cercana a la carretera.
Su semblante cambio de repente, me contesto... si me pregunta por la casa del antiguo doctor, no se nada. Su contestación fue con voz algo temblorosa, pero no rotunda, como si tuviera miedo por la pregunta
¿Pero vive alguien en la mansion? Porque parece algo abandonada...le pregunte.
¡No..., no se nada! Ni quiero saber de esa casa. Me quede perplejo, le pague el importe de la gasolina y no quise insistir mas.
Salí de la gasolinera y me dirigí hacia el pueblo, cruce el puente que me dijo el viejo dependiente de la gasolinera, y nada mas cruzarlo ahí estaba, por la entrada no parecia muy grande, aunque vi que tenia un cartel de Hotel, me di cuenta de que había  algunos comercios cerrados con carteles de “SE VENDE” al igual que en muchas fachadas de casas.
Me acerque al hotel, imagine que tendría restaurante, pues ya se me había echado la mañana encima, aparque el coche, y efectivamente tenia restaurante y no mas de diez habitaciones, de las cuales yo creo que estaban todas vacías. Me senté en una mesa cerca de la barra, salió atenderme una mujer no muy joven que digamos, después de darme los buenos días, me pregunto que...¿Qué desea? La pregunte que si daban comidas..., si, me contesto. Es algo temprano si no la importa me trae una cerveza... la dije.
Me trajo la cerveza una jarra y un plato de patatas. Antes de que se retirase la di las gracias, y la dije:
Perdone... ¿La puedo hacer una pregunta señora? Usted dirá, me contesto.
Mire estoy de vacaciones y antes de llegar a la gasolinera, he visto una gran casa no muy lejana de la carretera, el señor de la gasolinera me ha dicho que era del antiguo doctor, me podría usted decir algo sobre esa mansion. ¡No!..., por favor no pregunte nada sobre la casa ni sobre el doctor.
Mire..., quiero pasar unos días aquí, y me ha llamado mucho la atención esa casa, donde o quien me podría decir algo sobre ella.
La mujer, tardo en contestarme..., tengo mucho trabajo, si se va a quedar unos días le preparare una habitación y le pondré algo de comer..., esa fue su contestación.
No quise, molestarla mas. Pero cada vez mi curiosidad cada vez iba a mas. ¿Que habría pasado en la mansion de antiguo doctor?


2º Capitulo

Me tome la cerveza y salí a conocer un poco el pueblo hasta la hora de volver al hotel a comer. Se le veía un pueblo apacible, de esos en los que los días pasan sin que ocurra nada fuera de lo normal, la verdad es que por las calles no transitaban apenas sus habitantes, vi una librería abierta y se me ocurrió que a lo mejor alli podía encontrar algo escrito sobre la mansion, entre y le pregunte a la librera, si tenia algo para leer sobre la mansion, no... me contesto, ni quiero tener nada que tenga que ver con ese tema en mi establecimiento. Pregunte en la biblioteca..., alli quizas encuentre algo de información. La librera me indico, que la biblioteca se encontraba al final de calle principal y hacia alli me dirigí.
Después de recorrerme la calle principal del pueblo, vi que no era tan pequeño como pensaba.
El edificio de la biblioteca, era quizas unos de los edificios mas antiguos del lugar, era de dos plantas, en la entrada había un mostrador, algo alto, pues nada mas entrar lo único que se veía detrás, era un moño de pelo cano con dos lapiceros cruzados clavados en el, al arrimarme al mostrador ya vi quien estaba debajo del moño, era la típica bibliotecaria, no se calcular los años que podía tener, gafas alargadas estrechas, mirada hacia arriba por encima de las gafas, blusa gris con un broche de negro en la solapa, al levantarse para atenderme, me fije que su cuerpo era extremadamente delgado, falda ceñida de color azul oscuro a juego con la chaqueta que tenia colgada en el respaldo de su silla.
Me dirigí a ella... Buenos días, por favor, me gustaría encontrar algo de información acerca de la mansion que hay en las afueras del pueblo, me han comentado que aquí podría encontrar algo de información. Le han indicado bien, en esta biblioteca se puede encontrar toda clase de información, sobre todo lo relacionado con el pueblo y sus habitantes casi desde su fundación.
La bibliotecaria parecia ser la única persona del pueblo, que no tenia temor o pudor hablar sobre el tema, antes de que me indicase donde podía ver algo de información sobre la mansion y sus habitantes, la pregunte si ella seria tan amable de contarme algo. Oiga..., me contesto. Todo lo que quiera saber lo encontrara en la información recopilada por mi durante muchos años, en esta biblioteca. Seguro que no necesitara mas información y si algo no encuentra al respecto, no dude en que yo le ayudare en lo que pueda. Me quede perplejo, por tanta atención hacia mi y por la información que me iba dando.
Diríjase al piso de arriba, las estanterías están clasificadas por orden alfabético, empiece buscando por la letra “D” de doctor, hay encontrara todo lo relacionado con el, su familia y mansion, no tendrá ningún problema, pues fue y ha sido el único doctor que ha existido en el pueblo.
Hacia la planta de arriba me dirigí, a buscar la estantería con la letra ”D”
Lo único que encontré sobre el doctor, fue una carpeta. La abrí...en ella, había una foto de el, una de su mujer y de sus dos hijos varones gemelos. Las únicas fechas que venían, eran las de los fallecimientos de los componentes de la familia, la primera que falleció fue la madre en un accidente de trafico, con teinita y cuatro años según el informe, iba con sus dos hijos, de dos años en el cual uno de ellos quedo en estado vegetativo, el otro solo tubo contusiones. El nombre del doctor, era Luis, el de la madre Josefina y los de los niños Adrián y Samuel.
Según el informe, el padre murió a los ocho años de morir su mujer y parece ser que no estaba muy claro, si fue por accidente o suicidio, fue por un disparo en la cabeza.
La fecha de los hijos, estaba como “desaparecidos”, eso era todo lo que había en la carpeta sobre la información de la familia del doctor.
No era mucho que digamos, lo suficiente para que la intriga por lo que me atraía la casa, fuese en aumento.
Al despedirme, la bibliotecaria me pregunto si había encontrado algo de interés en lo que estaba buscando..., gracias por todo, aunque creo que el interés por la mansion, me va hacer ir a visitarla de nuevo..., la conteste. No creo que encuentre nada interesante en ella, desde la muerte del doctor, se cerro y después de que la policía, diera el caso por cerrado, nadie ha vuelto a entrar en ella, aunque después de lo sucedido si se han escuchado muchas historias sobre la mansion, gracias de todas las maneras..., ha sido usted muy amable.
Ya se me hacia tarde para comer y fui al hotel, haber que me había preparado la dueña, la comida fue suculenta, después de tomar el café le pedí la llave de la habitación, era bastante acogedora, me tumbe a ver si podía descansar y dormir un rato, pues mis planes eran acercarme a la casa de nuevo antes de que anocheciera.




3º Capitulo

Nada mas despertarme, cogí el coche y emprendí camino hacia la mansion del doctor, antes me pase por la gasolinera a comprar una linterna, pues recordé que no tenia linterna y quizas se me podía hacer tarde y seguro que la casa estaría sin luz, pues mi intención era entrar en ella y quitarme el gusanillo de conocerla por dentro.
Pare el coche justo en la entrada, donde la primera vez, lo primero que hice fue mirar hacia la terraza principal, estaba completamente vacía no estaba ni la mecedora ni el caballo de madera, algo raro pasaba, o cuando estuve la primera vez, vi cosas que no existían.
Me dirigí a hacia la escalera escabrosa..., de los laterales del ultimo escalón, nacían dos grandes columnas sujetando la terraza principal del segundo piso. Me acerque a la puerta principal, era grande con un llamador de metal en el centro, con la mano algo temblorosa golpee sobre la puerta con el, lo hice como cuatro veces, y como era de esperar nadie contesto, baje la mano hacia la manivela para intentar abrirla, cual fue mi sorpresa, que estaba sin echar la llave, abrí la puerta y entre, tenia un gran recibidor, a la izquierda una entrada diáfana hacia un gran salón, a continuación una escalera ancha, que subía hacia la parte superior de la casa, debajo de la escalera una puerta, imagino que seria un armario ropero y a la derecha una puerta de vaivén que daba a la cocina, la luz era escasa, pues tenia todas las cortinas echadas, el mobiliario tapado con sabanas blancas, entre a la cocina para buscar el cuadro de la luz, por si había suerte y hubiera corriente, pero alli no se encontraba, me dirigí de nuevo al salón descorrí las cortinas, era enorme, en un extremo una gran librería llena de libros la mayoría de medicina, pegada a la ventana una mesa con sillas de comedor, en el centro de la pared del fondo una gran chimenea, a su alrededor y tapados con sabanas dos grandes sofás y un sillón, se la veía un casa acogedora, estaba tal cual la dejaron sus inquilinos, me dirigí hacia la escalera para subir al piso superior, la barandilla era con balaustres blancos y pasamanos en negro.
Una vez arriba, la barandilla continuaba hacia la derecha. Había cinco puertas las cuales daban a los dormitorios, era un largo pasillo de un lateral de la casa al otro.
Entre, en lo que creía que podía ser el dormitorio principal, estaba a la izquierda, un dormitorio grande pero nada del otro mundo, pero un momento..., en un rincón estaba la mecedora que vi junto al caballo en la terraza, la habitación estaba unida por un pequeño pasillo a la terraza, la siguiente puerta era el dormitorio de uno de los hijos, llena de juguetes y muy alegre, a continuación la otra habitación la del otro hijo, igual que la otra, pero esta aparte de los juguetes tenia una silla de ruedas de esas especiales para niños con discapacidad, me impresione al verla, debía ser la habitación del hijo que quedo mal parado en el accidente, las otras dos, una imagino que la de invitados y la otra una habitación de juegos de los niños y alli estaba, el caballo de madera que vi desde afuera en la terraza.
Baje de nuevo a la planta de abajo, en algún lugar tenia que estar la entrada para bajar al sótano que vi en la zona de atrás de la casa, abrí lo que creí que era un armario ropero y no, era la entrada al sótano, pero no se veía absolutamente nada, encendí la linterna y nada mas abrir la puerta, que olor, no se si era a humedad de estar cerrado y sin ventilación, pero no era nada agradable ese olor, ilumine la escalera para ver el estado en el que se encontraba, parecia que estaba bien, bajando me dio en la cabeza como especie de un cordón, era de esos que se utilizan para encender la luz, tire de el, y suerte había luz. ¿Pero que era lo que veía?... De pronto se apago la luz.
Volví a encender la linterna, una vez abajo el olor era mas intenso, era como...,una acumulación de olores ufff me daban  hasta arcadas, a la izquierda al final de escalera estaba el cuadro de la luz, con un montón de interruptores y uno general, subí el general y efectivamente había luz, el sótano, era toda la planta baja de la casa.
Era un laboratorio, con estanterías llenas de frascos de cristal con líquidos, había una mesa de quirófano, en un lateral con infinidad de instrumentación preparado para hacer operaciones quirúrgicas, pero esto dentro de lo normal pues era la casa de un doctor, aunque pensándolo bien..., en la casa no había ningún sitio donde pasar consultas, tampoco pregunte si en el pueblo había consulta medica, imagino que si, y alli seria donde el doctor pasaría consulta.
Había un escritorio, con cajones en uno de sus laterales, todos cerrados con llaves, busque la llave por encima y no estaba, pasando la mano por debajo, no te algo, efectivamente era la llave, aunque estuviera feo lo que estaba haciendo, la curiosidad me podía, fui abriendo los cajones y todos vacíos menos el ultimo, en el cual había una carpeta y dentro un juego de llaves una de ellas mas pequeña que las otras, igual que la de los cajones, debía ser ser del archivador que estaba junto al escritorio, ¡Si! era del archivador, estaba lleno de carpetas con informes médicos, creo que eran sobre pacientes del pueblo, lo que me llamo la atención es que la mayoría eran de niños.
Un momento..., escucho ruidos en la parte superior, que raro, eran como unos golpes, subí arriba haber de donde venían los golpes. Que veían mis ojos..., era el caballo de madera estaba fuera de la habitación detrás de la barandilla del pasillo de las habitaciones y balanceándose, ese era el ruido que escuchaba, pero como podía estar ahí si estaba dentro de la habitación, ahora si que me entraron nervios y para que hacerme el valiente, algo de miedo tambien tenia, no era muy normal lo que estaba ocurriendo, subí con algo de precaución, cogí el caballo y lo lleve a la habitación en la que estaba, entre a la otra habitación del otro hijo y ¡Dios! No podía ser la silla de ruedas no estaba, que estaba ocurriendo. ¿Quién podía haber movido esos objetos? ¡Ahí alguien en la casa!.... Grite. ¡Ahí alguien!... Como era de esperar, no había nadie o por lo menos no hubo contestación ninguna.
Algo estaba pasando, no se que seria, pero en la casa me dio la impresión de que algo raro ocurrió. Baje al salón a ver si en la gran librería había algo interesante, que me pudiera orientar sobre que es lo que estaba pasando, encontré un álbum de fotos de familia, le eche un vistazo, la mujer era joven y bella, por lo menos en un retrato que se encontraba ella sola, en otra estaba con los niños, eran como dos gotas de agua, dos años ponía en la fecha de la foto, debió ser poco antes del accidente, del doctor solo había una, un hombre normal con un gran bigote. Había una foto suelta, en la que se encontraban los dos hermanos juntos, daba cosa mirarla, uno subido en el caballo de madera y el otro..., pobre, en la silla de ruedas sujeto por la cintura y por la frente con unas correas, para que no se cayese imagino, lo mal que lo tubo que pasar esa criatura, en el informe de la biblioteca ponía que después del accidente se quedo en estado vegetativo.
Lo que no me explico es como el doctor se pudo hacer cargo, de esas dos criaturas el solo, durante seis años y de los niños no se volvió a saber nada. Imagino que dejaría la consulta para atender a sus hijos, o tendría alguna ayuda de una mujer para los quehaceres de la casa. Desde luego la casa estaba en perfecto estado, si no fuera por  la suciedad acumulada por el tiempo, nadie diría que estaba cerrada.
Ya se había hecho de noche y volví al sótano, pues era la parte de la casa, en las que había cosas que me pudieran dar algunas respuestas sobre lo que alli paso, de momento, muy limpio que digamos no estaba, pero el olor que anteriormente tenia había casi desaparecido. Un momento..., esto ya era para pensarse si continuar alli o salir por pies, no podía ser...,la silla de ruedas estaba alli en un rincón, o el olor que había anteriormente me había afectado, o esto ya pasaba a ser cosas de espíritus o algo parecido.
Que podía hacer, subir las escaleras como tren que lleva el diablo o quedarme y seguir investigando.



4º Capitulo

Volví a echar un vistazo a los informes médicos, me preocupo mucho el ver tantos informes de niños. A la vez no podía dejar de mirar la silla y como había ido a parar alli.
Ya eran altas horas de la noche y la verdad que estaba cansado, quizas por las experiencias casi paranormales diría yo, que habían ocurrido en mi estancia en la casa. Deje los automáticos, del cuadro de la luz, como los encontré, encendí la linterna y subí a la planta principal, a echar las cortinas que descorrí y me dirigí fuera de la casa, tenia ganas de coger el coche llegar al hotel y pegarme una buena ducha y descansar, mañana seria otro día, para intentar descubrir algo mas.
La noche la pase pensando, no se me quitaba de la cabeza lo de la silla de ruedas y lo del caballo, pero que si algo si descanse, baje a desayunar. La mujer del hotel me pregunto. ¿Ha ido a visitar la casa del medico? Me extraño mucho que me hiciera esa pregunta, porque al preguntarla yo por el tema el día que llegue, no quería saber nada. Si..., la conteste. ¿Por qué me lo pregunta? No, por nada. Y a los pocos segundos. ¿Ha visto o le ha pasado algo extraño? Dicen que el espíritu del doctor, anda vagando todavía por la casa y que ocurren cosas extrañas. No..., nada anormal, la conteste. No quería que me tomase por un loco.
A la que si tenia ganas de visitar de nuevo era a la bibliotecaria, creo que era la única con la que podía hablar sobre el tema, ella tenia que tener mucha mas información de la que encontré en la estantería con la letra ”D” en la biblioteca. Hacia alli me dirigí, de una de las calles que daban a la principal escuche el sonido del correr del agua, debía ser del arroyo, ande por esa calle hacia adelante, había un pequeño puente sobre el arroyo, pasado el puente había un camino arbolado y un poco mas adelante vi que se encontraba el cementerio, me acerque hasta la puerta.
Era como cualquier cementerio..., una vez dentro vi que estaba muy, muy  bien cuidado, lo que me extraño, es que había algunas tumbas con cruces en mármol blanco y todas mas o menos juntas, me acerque a ellas.
Eran todas de niños y en las grabaciones de las cruces, todas con edades similares, ufff aquello me dio mucha grima, incluso algunas tenían puesto las fotos de los pequeños, las fechas de los fallecimientos coincidían casi todas, mucha casualidad, pensé...
Salí del cementerio, con no muy buen cuerpo, después de ver esas cruces de mármol blanco.
Me digí hacia la blibioteca, al cruzar la puerta como el día anterior, alli estaba el moño con sus lapiceros clavados era el de, mi amiga la bibliotecaria, detrás del mostrador. Acercándome di los buenos días, buenos días..., me contesto.
¿En que puedo ayudarle de nuevo? Mire ayer por la tarde estuve en la mansion del doctor, de camino hacia aquí me he pasado por el cementerio, he visto algunas tumbas de niños de corta edad, me gustaría si no es mucho atrevimiento invitarla a un café y que me contara si es usted tan amable, lo que sepa sobre los acontecimientos de la época, en la que el doctor vivió solo con sus dos pequeños. No se, no se..., me contesto. Aquí en el pueblo la gente es muy habladora, en cuanto ven a una mujer soltera, con un apuesto joven como usted, ya sabe..., por favor señora..., la dije.
No vaya usted a pensar que yo... no, si es por las habladurías.., comento.
Cuando cierre la biblioteca, si quiere nos vemos en la cafetería del hotel después de comer..., me comento. ¿Y porque no mejor?..., si me permite el atrevimiento, la invito a comer y así tenemos mas tiempo para charlar sobre el tema, pues me gustaría por la tarde volver de nuevo a la casa. De acuerdo..., nos vemos en la cafetería del hotel, le parece a la una y media... Si señora buena hora.
Salí de la biblioteca convencido, de que en la comida podría obtener algunas respuestas, que me inquietaban sobre la mansion.
Espero que la bibliotecaria no se piense, que quiero tener algo con ella, jeje, la he notado algo coquetona conmigo.
Me di un paseo por el pueblo, para hacer algo de tiempo y con la primera persona que me encontré le pregunte, si había algún consultorio medico en el pueblo, me contesto que si, pero solo esta abierto dos días a la semana y que pasaba consulta un medico que venia del pueblo mas cercano, hace años se cerro por la muerte del doctor.
Nada mas llegar al hotel, lo primero fue decirla a la señora del hotel, que preparase una mesa en un sitio tranquilo para dos.
La bibliotecaria llego puntual, pero que veían mis ojos..., el moño se la debió caer por el camino iba con el pelo suelto, vestido de color rojo y muy pintorrojeada, huy, huy, no quería imaginarme lo que no me quería imaginar, pero dejemos esos detalles aparte. La invite a tomar algo antes de sentarnos a comer, ella se pidió un vermouth blanco y yo una cerveza.
A todo esto me presente, mi nombre es Dario encantado y ¿El suyo?...,
Me llamo Ana, encantada.
¿Cómo tanto interés? Por la mansion y su familia..., me pregunto.
Fue pasar por la carretera y verla a lo lejos me llamo la atención, me acerque a verla de cerca, lo curioso fue lo que me paso, la terraza principal estaba vacía cuando llegue y al irme vi dos objetos, una mecedora y un caballo de madera. A partir de ahí, fue curiosidad por aquella casa, ayer paso lo mismo, cambiaron de lugar sin ninguna explicación normal.
Lo que le ha pasado a usted, con la mecedora y el caballo de madera, es una historia que se viene escuchando hace años en el pueblo, la gente que lo ha contado no ha vuelto mas alli. Cuentan que el espíritu del doctor deambula por la casa..., me comento.
¿Y que me puede decir? sobre las tumbas de los niños, y que fallecieran todos mas o menos en la misma época... Fueron atendidos por el doctor, según el, fue una epidemia que afecto algunos niños a la vez, a todos ellos los atendió en su casa una vez que empeoraban, y así los podía tener mas vigilados. ¿Pero como se las podía apañar? atender a sus dos hijos, uno de ellos en el estado en el que estaba y encima a otros niños enfermos... Nada mas morir su mujer contrato a una ama de llaves, que tenia conocimientos de enfermería, esta mujer desapareció antes de su muerte...
Pero si le parece seguimos con la conversación tomando el café, después de comer pues la mesa ya esta puesta y enseguida nos servirán la comida. Y así disfrutaremos mas de la comida..., comente.
La comida estaba exquisita y que decir del postre, con el café me pedí una copa de brandy y mi amiga la bibliotecaria me acompaño con lo mismo. El cambio radical de cuando la conocí, uff, no me la hubiera imaginado así de ninguna de las maneras.
Continuamos con la conversación, entre trago de café y brandy.
Sin yo preguntarla, siguió contándome...,de sus hijos no se ha vuelto a saber nada, pues al faltar unos días sin aparecer por la consulta del pueblo el doctor, el gasolinero se acerco a la casa para que le hiciera unas recetas y fue el, el que se encontró el cuerpo sin vida, según el informe de la autopsia llevaba muerto unos tres días, hasta que se descubrió su cuerpo.
Y eso es todo lo que puedo contarle Dario, sobre el doctor y la mansion. Ya sobre las cosas extrañas que ocurren dentro, es un tema que me da mucho respeto, y no le puedo ayudar.
Ana, lo único que puedo decirla es que ha sido usted muy amable al haber accedido a mi invitación y a contarme todo lo que sabe sobre el tema, si descubro algo mas, usted será la primera en enterarse, ahhh y otra cosa. ¡Que esta usted muy guapa! ha sido un placer el haberla conocido. Ahora si me lo permite, voy haber si me doy una vuelta por  la mansion, ya me pasare por la biblioteca si hay acontecimientos nuevos.


De nuevo, camino de la mansion me iba preguntando, que podía hacer si me encontraba de nuevo con la silla o el caballo cambiados de lugar, que seria o quien seria el que los cambiase. Iba con ese temor, pero después de los pasos dados, tenia que encontrar esas respuestas, y no había otro lugar que en la mansion. De una cosa si estaba convencido y era que no estaba haciendo nada malo y creo que a nadie le podía molestar.
De nuevo estaba alli con la linterna en la mano, mirando hacia la terraza. ¡No, por favor otra vez, no! La mecedora y el caballito, alli estaban como dándome la bienvenida, me dirigí hacia la escalera de la entrada, las cortinas descorridas, pero como puede ser, esto ya me olía o a broma o a cámara oculta. Las deje como las encontré al entrar en la casa, corridas del todo. Entre dentro..., las sabanas no estaban por encima de los muebles, todo el mobiliario estaba al descubierto. Me dirigí hacia la puerta del sótano con la linterna en la mano, seguro que ahí, estaban todas o partes de las respuestas que estaba buscando, se me ocurrió tirar del cordón que encendía la luz de la escalera que bajaba al sótano, la luz se encendió, que cosa mas rara..., yo deje los interruptores de la luz todos bajados, y estaba todos para arriba.
Había un silencio total, el mal olor había desaparecido por completo, abrí de nuevo el archivador, cogí la carpeta donde estaban los informes de los niños, todos coincidían con los nombres de los del cementerio, abrí otra carpeta, esta eran informes personalizados de los niños y efectivamente por las fotos eran los mismos niños que estaban enterrados en el cementerio del pueblo. La causas de las muertes, todas por enfermedad y la verdad no entiendo nada de medicina, pero en cada informe ponía un nombre diferente y según Ana la bibliotecaria, todos fallecieron por una epidemia, Algo no me cuadraba, pues debería poner el mismo nombre en todos los informes.
Nada mas guardar las carpetas en el archivador, algo empezó a ocurrir, empecé a notar como un pequeño temblor, cada vez iba a mas no podía moverme, que es lo que estaba ocurriendo. De momento paro... pero la camilla de quirófano y la bandeja con instrumentación que había al lado empezó a moverse con movimientos cada vez mas fuertes, los bisturís, tijeras y demás instrumentos empezaron a caer al suelo. De pronto tambien se paro, ufff  ¿Qué podía hacer?... ¿Salir de alli?
Me quede como una estatua, no sabia si moverme y echar a correr escaleras arriba o que, pero un momento, los segundos que me quede paralizado, pensé... donde esta la entrada con el portón que había en la parte trasera de la casa, fue un detalle que se me paso por alto la otra vez que baje, entonces el portón no tiene entrada a la casa, saldré a ver que es lo que esconde. Nada mas empezar a subir las escaleras de nuevo otro temblor, este tan fuerte que me dio miedo a subir por la escalera, empezó a oler mal como la primera vez que baje, me gire..., ¡Y por dios! La camilla de quirófano estaba toda ensangrentada, y la instrumentación que se había caído al suelo estaba toda extendida por encima, parecia como si algo o alguien me quisiera meter miedo, pero, ¡No! Si hubiera sido así, ya se me lo podía haber hecho y aunque soy un poco escéptico a lo paranormal, creo que alguien o algo me quería decir algo.
Lo único que se me ocurrió, fue como un loco, hacer preguntas no se a quien. ¿Que quiere o que quieren de mi? ¿Qué puedo hacer, para entender lo que esta pasando? ¡Si esta en mis manos ayudare!... Dije. Todas las palabras entrecortadas y con mi cuerpo todo tembloroso, se me iba a salir el corazón lo tenia a trescientos.
Encima del escritorio no había nada, y de pronto con sangre se empezó a escribir. “En la parte de atrás, de la casa”
De piedra me quede al ver, como se iba escribiendo la frase.





El desenlace


Antes de salir, recordé que el portón estaba cerrado con una cadena y un candado, una de las llaves podía ser las que estaban con las de los cajones y el archivador, estaban encima del archivador, las cogí y me dirigí hacia fuera de la casa, ya estaba casi anocheciendo.
Una vez delante del portón, lo primero que me dio por fue por pensar..., que haber que podía haber ahí adentro. ¿Con qué me encontraría? Eche el poco valor que me quedaba, a las espaldas, abrí el candado y aparte las cadena, abrí la puerta hacia arriba, pero me di cuenta que no había nada para sujetarla, me asome alumbrando con la linterna, parecia como otra especie de sótano contiguo al de la casa, había una escalera que bajaba, parecia segura, por lo menos tenia barandilla, precavido de mi cogí el candado, por si las moscas, por lo menos no me quedaría encerrado ahí abajo, solo me faltaba eso, después de todo lo que había pasado.
Había una oscuridad total..., aquí si que olía a humedad, había un pasillo y por la situación, creo que iba paralelo al costado de la casa, a unos pocos metros acababa el pasillo y daba como a una especie de una habitación grande, antes de entrar entra en la habitación vi una mesa con tres candiles, una garrafa con un liquido que me imagino que seria de alcohol para los candiles y una caja de cerillas, llene uno de los candiles y rece para que las cerillas encendiesen, y así fue encendí el candil. Uffff  que horror no me lo podía creer, que veían mis ojos ...
Estaba la mecedora..., con un cuerpo putrefacto, por las vestimentas parecia de una mujer sentada delante, como de una especie de nichos abiertos pequeños y en cada uno de ellos, cuerpos de niños desnudos en el mismo estado. Pero esto no era todo, tambien estaba la silla de ruedas y lo peor..., con un niño sentado, imagino que seria el hijo del doctor y el caballo de madera detrás de la silla, como escondido.
No sabia que hacer, pensé que lo mejor era salir de alli y avisar de lo que había descubierto.
¿Porque y como habían llegado hasta alli? La mujer tenia como roto el cráneo, como por un fuerte golpe. ¿Qué habría pasado?
Pero antes de salir, el caballo se empezó a mover cada vez con mas energía, no sabia que hacer, me acerque haber si es que tenia algún mecanismo que hiciese que se moviera, pero no parecia que hubiese nada. Un momento..., detrás de la silla de ruedas vi que había como especie una cartera colgada, fue cogerla y el caballo se paro, claro, ya iba entendiendo todo lo que me había ido ocurriendo en la mansion, habían sido como mensajes.
Me acerque a la mesa, abrí la cartera a ver los que había dentro, había unos folios escritos, parecía una especie de informe que decía:
Los niños que he tenido a mi cuidado, junto a mi ayudante y ama de llaves, han sufrido una epidemia desconocida, hemos intentado con todos nuestros conocimientos y medios, salvar sus vidas incluso con operaciones complicadas en el sótano, he llegado a utilizar a mi hijo sabiendo en el estado en que se encontraba, como conejillo de indias, haciendo trasplantes a los niños afectados, nunca me lo perdonare, pero dieron buenos resultados todos, los niños iban evolucionando favorablemente, incluso mi hijo llego a mejorar algo con la ayuda de los otros niños, de pasar de estado vegetativo, llego a entender y a contestar con sus ojos, fue un milagro. Dos días antes de empezar a darles el alta a los niños mas mejorados, mi ama de llaves desapareció, y los niños sin causa alguna empezaron a empeorar, estuve tres días sin ir a pasar consulta al pueblo por estar con ellos, haber si podía encontrar la causa del empeoramiento, primero falleció mi hijo y en cuestión de horas se me fueron muriendo en mis brazos los demás. Fue, todo un caos, el cielo encima se vino encima...
Mientras leía aquello, escuche unos ruidos que venían del final del pasillo, solté los papeles, y me dirigí para ver que podía ser...
¡Ana!... ¿Qué hace usted aquí? Se presento apuntándome con una pistola, no sabia a que venia todo eso.
Dario..., tubo que venir usted a este lugar a remover todo lo que ya estaba olvidado, a remover mi amor del pasado, por el que luche, después de la muerte de su mujer, ¡Si! El doctor y yo nos enamoramos, tuvimos que tener nuestro amor escondido por culpa de las habladurías de la gente del pueblo, y después vino su ama de llaves, que quiso alejarme de el, yo no lo podía permitir, ella siempre a su lado, sentada en la mecedora cuidando de su hijo enfermo y viendo como jugaba su hermano con el caballo de madera.
Y yo era la amante de el, no era justo, cada día le absorbía mas ella, los niños enfermos, nos quitaban momentos de estar juntos.
Un día en una discusión que tuve con ella, la empuje y ella cayo por las escaleras, se levanto y se vino hacia mi, cogí una figura del salón y le di con ella en la cabeza. Fue un accidente..., me dijo ella toda exaltada. Como un accidente, tu la asesinaste..., la dije. A todo esto no dejaba de apuntarme con la pistola.
¿Y los niños, que les paso? ¿Y que hiciste con sus hijos?
Los niños estaban moribundos...,¿Qué podía hacer? Los baje aquí con ella, con su mecedora para que los siguiera cuidando, lo mismo hice con su hijo enfermo... les di de beber, uno de los líquidos que tenia Luis en el sótano, supongo que seria veneno. Ana, usted esta enferma... Sabe que algún día esto se sabrá.
Y con su otro hijo, ¿qué hizo? A el no le hice nada, no he vuelto a saber de el después de lo ocurrido con la ama de llaves, salió por la puerta corriendo y nadie ha vuelto a saber de el.
¿Pero y las cruces del cementerio? Están puestas simbólicamente por ellos..., me contesto, con voz fría y calculadora.
¿Y como la policía no miro aquí abajo? Si que miro, pero no pudo encontrar nada porque esto, estaba cerrado por un muro, pero no se quien de estos espíritus endemoniados o lo que sean, lo han abierto para ti. El caballo empezó de nuevo agitarse, yo note que empezó a ponerse nerviosa, yo estaba justo delante de la silla de ruedas y del caballo.
¿Qué esta pasando ahí detrás? Pregunto..., parece ser que el caballito quiere jugar con usted o serán los espíritus endemoniados, pero creo que no vas a tener esa oportunidad, querido Dario. Creo que les vas hacer compañía, por una buena temporada.
No se lo que paso, pero en un instante, note como algo me arrollaba por atrás, caí al suelo y escuche un disparo. Vi como la silla de ruedas con lo que quedaba del niño atado con las correas, se dirigió hacia ella, y la tiro contra la mesa donde estaba la garrafa con el alcohol, el alcohol le cayo encima y no se como, pero empezó arder sin yo poder hacer nada, los gritos eran terribles. No puede hacer nada por ella.
La mecedora empezó a moverse, el caballo lo mismo y la silla de ruedas empezó a moverse hacia donde yo estaba, paro frente a mi y ocurrió algo, muy especial...
Empecé a ver como el aire se iluminaba alrededor de la silla, vi como se iba regenerando la cara del niño, vi como le caían unas lagrimas, tenia una cara sonriente y su mirada la dirigía hacia arriba y hacia abajo, no me cabía ninguna duda de que estaba dándome las gracias, en los nichos paso lo mismo con los niños, me miraban sonriéndome, la mirada del niño de la silla de ruedas se dirigía hacia el pasillo, la silla empezó avanzar hacia ella y paro justo a la entrada del pasillo, justo alli  empezó a desvanecerse la luz y su cara, se empezó a difuminar, como la de los demás.
Antes de subir las escaleras, eche una ultima mirada hacia atrás, el pasillo había dejado de existir era una habitación completamente vacía y cerrada. Cerré el portón y eche el candado con la cadena.
Fui a la puerta principal, antes de entrar eche un vistazo en la terraza, estaba vacía, entre a echar un vistazo a la casa, todo parecia normal, baje al sótano y lo mismo. Ya en la puerta y con la noche encima, cogí el coche y me dirigí hacia el hotel.
Fue una noche tranquila, me dormí nada mas tumbarme en la cama. A la mañana siguiente nada mas levantarme, pague la cuenta después de desayunar, me extraño que la dueña no me preguntarse nada, me dirigí hacia el cementerio, pasado el puente cogí unas flores del campo, y las deje delante de las cruces de los niños.
Nunca mas volví al pueblo nunca mas. Solo espero que todos, todos los que deje en aquel sótano, descansen en paz.


Rafael Huertas



Mi compadre




Lo que os voy a contar quizás algunos no os lo creáis, si queréis no lo leáis.
Me ocurrió un día… no recuerdo cuando, aunque tampoco importa mucho, lo de las fechas siempre lo he llevado muy mal en mi cabeza.
Me puse a escribir y a mi memoria me vino un compañero de trabajo, para el, yo era su “compadre”, nunca me explicó el porqué, pues parentesco no nos unía, la verdad es que el aprecio y el cariño era mutuo. Era una persona afable, su humor le caracterizaba, nunca le vi enfadado y aprendí del oficio mucho con él.
Después de mucho tiempo me encontré de nuevo con él, estaba bastante desmejorado, aunque su aspecto siempre fue de persona siempre muy dispuesta.
Pero aquel día parecía un muerto andante, de pelo rubio y canoso ahora lo tenía completamente blanco, ojeras muy pronunciadas, ojos hundidos, su mirada azulada estaba muy apagada, siempre fue de complexión muy delgada, pero su flaqueza ese día era extrema, recuerdo sus manos, con cicatrices de cortes y la falta de un dedo en su mano izquierda, todo ello era una marca dejada por las maquinas de carpintería.
Hombre compadre ¿Qué tal te va? escuche.
Me gire y era él, no sé porque… pero me entro una sensación extraña al escucharle.
Bien, pero… y tu ¿Qué haces aquí?le pregunte extrañado y con asombro.
Aquí tomándome un whisky, por mucho que beba como ya no me emborracha, a disfrutar compadre.
Joder Paco, no has cambiadole dije.
¿Estas escribiendo, verdad?me pregunto con curiosidad.
Sí, pero oye Paco… no hueles a madera ni a serrín.
Ya, y el whisky tampoco me sabe a nada ¿Sobre qué estas escribiendo? me pregunto.
Sobre lo que estamos viviendo ahora, tu y yo le conteste.
Compadre, tíralo a la papelera, nadie lo va a leer y si alguien lo lee, no se va a creer que estamos hablando y que me has visto, te tomaran por loco si lo cuentas.
Espera un momento Paco… tu hace tiempo que… no puede ser, estás muerto te vi en el tanatorio y estuve en tu entierro, pero estoy aquí hablando contigo.
Compadre ¿sabes que te digo? Que no lo tires a la papelera, y que si nadie lo lee, lo guardes y cuando quieras que nos tomemos unos whiskys volveré, me lo lees a mí y de paso me cuentas como te trata la vida. Aunque los escritos no se lean, siempre están vivas sus historias desde que la pluma desliza su primera gota de tinta sobre el papel, son las que dan vida a lo escrito. Hasta siempre amigo.
Esas fueron sus palabras de despedida y puedo decir que fue una experiencia entrañable y que no me importaría volver a repetir.
Estés donde estés Paco,  gracias por compartir este momento que he escrito contigo.

Rafael Huertas









sábado, 18 de octubre de 2014

UN MUNDO DE MAGIA Y FANTASÍA LLAMADO ELESKI




Mi nombre es Momos y mi mundo esta mas allá de donde vuestra imaginación os pueda llevar, en el principio de los tiempos todos los mundos eran muy semejantes, pero nuestros antepasados aprendieron antes que vosotros las leyes de la vida, los principios sobre ella están en nuestro interior desde el momento en que existimos, desde entonces la vida es la que nos enseña a vivirla en cada momento, en Eleskis, que es como se llama nuestro mundo, está lleno de magia y fantasía, los ancianos del lugar me encargaron de la custodia de la magia y la fantasía de Eleskis, pero algo azoto fuertemente sobre nuestro mundo y parte del quedo sin la magia, las hadas se quedaron apenas sin polvos mágicos, la fantasía empezó a perderse sin razón alguna.
La zona a la que llego la desolación estaba al norte de Eleskis, nuestro mundo no es que fuese muy extenso pero me esperaba un largo camino hasta llegar al norte.
Llego el día de mi marcha, me levante muy temprano pues quería llevar algún tiempo de compañero de viaje al amanecer, los amaneceres de Elekis eran tan especiales…, ellos eran los encargados de despertar los sueños de los aldeanos, aunque si tengo que decir la verdad, vivir en Eleskis era vivir en un sueño, nuestro sol con sus rayos hacían que las flores al despertar, sus pétalos esparcieran mil aromas por los bosques, los arboles más jóvenes y menos crecidos, con mucho vigor y sutileza se afianzaban a la tierra con sus raíces, se abrían camino entre las ramas de los arboles más viejos de los bosques para que sus verdes hojas bañadas por las gotas del roció, se alimentaran también de los primeros rayos del sol, durante muchos tramos del camino iba pensando que era lo que podía haber ocurrido en el norte, los animales de los bosques a mi paso me preguntaban, si sabía algo de lo ocurrido y porque hacía tiempo que no se veían a las hadas sobrevolar entre las ramas de los arboles esparciendo los polvos mágicos por los bosques, les notaba algo de desánimo y tristeza en sus ojos al preguntarme.
Me apenaba tanto la preocupación que tenían…, a los que me preguntaban les explicaba que me dirigía hacia el reino de las hadas para saber cuál era la causa y que no se alarmasen que el norte volviera a ser lo que era.
A la vez que me iba acercando más al norte, a los bosques les iba desapareciendo su esplendor, el sonido de las aguas corriendo por los arroyos era de tristeza, los animales ya no correteaban cruzándose a mi paso, a las praderas de les iba difuminando el verdor que siempre tenían, a cada paso que daba sentía como la magia y la fantasía iba desapareciendo poco a poco. La desolación y la pena se iban apoderando poco a poco de toda la naturaleza de Eleskis.
¿Qué podría a ver sucedido? Era una pregunta a la que encontraría la respuesta después de atravesar la gruta de las hadas, situada a la entrada de un reino en el que el volar libremente era una forma de vida, en el se encontraban las flores mas coloreadas de nuestra naturaleza y con la ayuda de las hadas, estas esparcían el colorido por todo Eleskis.
El camino se hacía cada vez mas abrupto entre las rocas, solo visite el reino de las hadas una vez y fue hace muchísimos años a visitar a mi amiga la hada Azadi, recuerdo la alegría que desprendía por todo Eleskis, tenía algo especial en su sonrisa, a la vez de su belleza como todas las hadas, ella era la que esparcía por Eleskis los polvos mágicos para que nunca faltase la humildad y el amor, sin ello la fantasía y la magia iría muriendo poco a poco. Esperaba encontrarme con ella y supiera lo que estaba pasando en su reino y me lo explicase.
Una vez en la puerta de entrada de la gruta recordé, que para encontrar la salida, ya que esta tenia infinidad de pasadizos, las hadas habían hecho unas marcas fluorescentes en las paredes, para así no perderse, pero según las iba siguiendo estas se iban difuminando y cada vez su fluorescencia se iba apagando mas, aligere el paso corriendo para no encontrarme en un laberinto del cual nunca saldría.
Por fin pude ver la luz de la salida, tras la luminosidad de la salida estaba el reino de las hadas, estaba situada en la montaña más alta de todo Eleskis, se divisaba el gran valle del reino de las hadas, mientras mi mirada se perdía entre tal belleza de la naturaleza, escuche como un sollozo a mis espaldas, me gire para ver de dónde venían y en un recoveco de la gruta vi como había una hada en cuclillas sobre sus rodillas y con la cabeza entre sus piernas, su largo pelo rubio y ondulado posaba sobre el suelo.
Me acerque a ella preguntándole que le pasaba, pero su llanto no le dejo escucharme, le puse con suavidad mi mano sobre su hombro para no asustarla, levanto la cabeza y era ella…
― ¡Azadi!  ¿Qué te ocurre? ―le pregunte, se volvió mirándome con la mirada perdida.
― ¡Azadi, soy yo!… Momos, tu amigo― le cogí su mano y la levante, estaba aturdida.
―Azadi, te tienes que recuperar, me tienes que decir si tu sabes el porqué de lo que está ocurriendo en Eleskis, vosotras las hadas apenas sobrevoláis los bosques ni las aldeas, y tu eres muy importante para todos nosotros― le dije, ella saco de su pequeño bolso una hoja escrita…



Segunda parte

Azadis, era un hada muy especial, no es que las demás hadas no lo fueran, pero ella tenía el poder en sus polvos mágicos de llegar a los corazones  de todos los habitantes de Eleskis, dejando esparcir sus polvos nuestro mundo tenía asegurado la humildad, un principio con el cual creció nuestro mundo hace millones de años y ella como hada. Algo increíble tenía que haber pasado para que la reina de las hadas Mailka, le encomendase a ella buscar una solución.
―Azadis, te tienes que calmar y contarme todo lo que ha pasado― le comente a la vez que intentaba que calmase sus sollozos.
― Momos, no me veo capaz de solucionar el problema que tiene parte de Elekis, es mucha responsabilidad para mi, además el mal está acercándose muy deprisa también a nuestro reinado, por esa razón estoy tan apenada, nos estamos quedando apenas sin polvos mágicos y si ellos no podremos ayudar a nuestro mundo. La reina Mailka, me dio esta hoja para ti, me dijo que tu y con mi ayuda podríamos salvar el mundo de Elekis, pero si la magia y la fantasía se está perdiendo, no sé cómo te podre ayudar yo.
―Pero Azadis, en la hoja solo hay escrito… <Momos, tu y Azadis sois los que os encargareis de que vuelva la magia y la fantasía a parte de Eleskis y así el mal dejara de existir nunca más en nuestro mundo, de esa manera ayudareis en el universo infinito a que siga existiendo la magia y la fantasía en otros mundos> no entiendo como la reina de las hadas quiere que nosotros salvemos a Eleskis― después de leer lo escrito, me quede cabizbajo mirando a Azadis.
No sabíamos que hacer, era una responsabilidad muy grande, yo estaba cansado del viaje y Azadis estaba también algo cansada, decidimos descansar los dos, nos sentamos apoyando nuestras espaladas contra la pared y con las miradas perdidas a la salida de la cueva, mirando la grandeza y hermosura del reino de las hadas, todo era naturaleza llena de coloridos y de vida, solo de pensar que estaba en nosotros dos el salvar el mundo de Elekis y el reino de las hadas que se divisaba desde el enclave de la gruta, los dos nos quedamos dormidos.
― ¡Momos, Momos!― escuche una voces en la lejanía, pero un momento… estoy dormido.
― ¿Quién me llama?― pregunte, no sabía si me encontraba inmerso en un sueño, intente abrir los ojos pero algo dentro de mi me lo impedía, me asuste un poco nunca me había ocurrido.
― No te asustes, no estás en un sueño y tampoco estas despierto, yo soy la fantasía y vengo acompañada de la magia, no preguntes nada, nosotras no tenemos las respuestas a las preguntas que nos puedas hacer tu, las respuestas las encontrareis Azadis y tu, sabemos lo que está ocurriendo ya que nosotras somos víctimas directas y vosotros podréis salvarnos a nosotras y con ello salvareis el mundo de Eleskis y otros mundo del universo. Lo único que tienes que hacer es pedir a Azadis que te rocié con sus polvos mágicos, una vez hecho eso tendrás que convencer a Azadis de lo que sois y de la verdad de vosotros, es vuestra encomienda para salvarnos a la magia y a mí, será duro para ti y para Azadis cuando la convenzas― ¿Fantasía, Magia?, creo que el mal también me está afectando a mí ¿si esto no es un sueño ni estoy despierto…?
―Fantasía, Magia o quienes seáis ¿Que me está pasando? ¿Dónde estoy?―no hubo contestación, ¿estaría yo delirando?
― ¡Fantasía, Magia! Por más que llame no me contestara nadie.
Me desperté sobresaltado y algo confuso, pero recordando todo lo que me había ocurrido mientras dormía, desperté a Azadis…
― ¿Momos que te ocurre? Parece como si estuvieras enfermo, demacrado y empapado en sudor― me pregunto Azadis preocupada.
―Tranquila, estoy bien, solo que…, mejor no te cuento nada― pensé que mejor no contarla nada.
No teníamos ni idea en como salvar a Eleskis, no podía quietarme de la cabeza lo que me había ocurrido mientras dormía, pero si era esa la solución ¿Por qué no probar?
― ¿Azadis, confías en mi?
― ¡Sí! Claro.
―Entonces si quieres que salvemos el mundo de Eleskis, tienes que hacer lo que te diga en primer lugar, luego ya veremos…, me tienes que rociar con tus polvos mágicos.
―Pero Momos, tengo los justos para poder volar y no muy lejos, ni tan siquiera para hacer florecer una margarita.
―Hazme caso Azadis, hazlo, confía en mí― la estaba pidiendo que confiase en mi, cuando ni yo mismo sabría si la iba a poder convencer de algo que no sabía ni yo.
Saco de su canana sus polvos mágicos y me los esparció por encima, en principio no notaba nada, pasado un rato empecé a notarme extraño, me sentía bien, veía las cosas de manera diferente empecé a entender sin querer quiénes éramos y cual era nuestro cometido, el problema era como explicárselo a Azadis y convencerla.
No sabía cómo empezar, estaba amaneciendo y a lo lejos vimos como el reino de las hadas empezaba a descolorarse, no podía perder más tiempo y empecé a contarle a Azadis, cual era nuestra misión y lo que éramos…
―Azadis escucha con mucha atención lo que te voy a decir, se que te será difícil entenderlo y convencerte. Tanto tu como yo y el mundo de Eleskis no existimos, bueno…, si, pero en la imaginación de unos seres llamados humanos, nosotros vivimos gracias a ellos, en su imaginación y en sus sueños.
―Pero…
―Por favor no me interrumpas, vosotras las hadas tenéis un poder mucho mas valioso que los polvos mágicos, tu, por ejemplo tienes el de la humildad, otras hadas tienen otros, Eleskis es un mundo en el cual algún humano está soñando ahora mismo en él, y estará luchando a nuestro lado para que no se destruya, eso es gracias a la fantasía que le queda a Eleskis todavía, nuestros antepasados lucharon sin ellos saberlo en mantener viva la magia y la fantasía de Eleskis, al igual que hay otros mundos de fantasía y de magia, depende de nosotros que la fantasía y la magia no desaparezcan, no podemos dejar que dejen de soñar, porque si no, desapareceremos nosotros, da igual en el mundo donde quieran soñar con nosotros, ellos son los que hacen que nosotros tomemos toda una vida en sus sueños y estoy seguro que a Eleskis le volverá la magia y la fantasía, siempre abra alguien que cuente sus cuentos y mientras haya humanos que cuenten sus sueños a otros, nosotros seguiremos viviendo en mundos irreales donde nosotros nos encargaremos de vivirlos en la realidad, para que los humanos sigan pensando que la magia y la fantasía existen.
― ¿Entonces Eleskis no morirá ni desaparecerá, Momos?― me pregunto con lagrimas en los ojos Elekis.
―Claro que no, seguro que en el sueño del humano que este viviendo este sueño, dejara su huella de alguna manera para que no desaparezca y no quede en el olvido, y la historia de nuestro mundo Eleskis, pasara en algún momento a ser el sueño de otros humanos y la magia y la fantasía, volaran y se esparcirán a través de otros mundos en otros sueños.
―Momos, ¿sabes qué…?― me dijo con una luz que brillaba en su sonrisa.
―Dime Azadis.
―ja ja, que tengo mi canana a rebosar, de polvos mágicos.
― ¡Bien! eso quiere decir que hemos salvado a Eleskis y seguirá existiendo con su magia y fantasía.
De pronto empezamos a ver como el reino de las hadas se volvía a cubrir de colorido y hadas volando hacia la gruta de la montaña para atravesarla, para esparcir sus polvos mágicos por todo Eleskis.
Solo esperamos Azadis y yo, que los humanos sigan soñando para que personajes como nosotros puedan llevar en sus vidas la magia y la fantasía y nunca jamás desaparezca de sus mundos de sueños la magia y la fantasía.



Rafael Huertas

Amores de juventud



Se conocieron en todo el esplendor de su juventud y durante unos cruces de miradas el amor se apodero de ellos, sin saber que algún día su historia seria contada.
Ella, Claudia, era una chica algo tímida, su timidez la escondía detrás de una sonrisa sincera hacia los demás, la visita del amor toco a las puertas de su corazón en la primera mirada que cruzaron, su timidez hizo que el diera el primer paso en preguntarla si quería salir con ella, en aquella época era el primer paso que daban los jóvenes para luego formalizar un posible noviazgo, son de esos momentos en los que el semblante te va cambiando de color muy deprisa y tu sin poder detener ese cambio en una de las partes visibles de tu cuerpo y sientes como la temperatura de tu cuerpo se te concentra toda en la cara, las manos te tiemblan sudorosas, te da la sensación como si el mundo entero estuviera pendiente de ti en ese momento y si hablamos de la espera a su respuesta, ese instante se vuelve una eternidad, se te quedan lo oídos sordos para el mundo a la espera de su respuesta, aunque estés seguro del sí, siempre te queda esa pequeña duda que puede echar a perder la oportunidad de escuchar un sí quiero.
El, Alberto, un muchacho normal amigo de sus amigos, divertido, siempre intentando sacar las sonrisas a los demás y pensando en vivir el día a día al igual que sus amigos, pero claro en esos años la diversión estaba también en andar siempre a la conquista de alguna chica, algunas veces con más suerte que otras.
Pero volvamos a la situación vivida por ellos dos.
Como cada tarde, la pandilla se reunía en su lugar habitual, una calle sin circulación, entre unos bloques y unos chalecitos en un barrio de gente trabajadora, cuando salían fuera del barrio quedaban en un banco cerca de su lugar habitual de reunión.
El andaba de tonteo con unas y con otras pero nada serio, ella y sus amigas eran nuevas en la pandilla y como pasa siempre en los primeros momentos de conocerse, los chicos fueron los primeros que contemplaron las bellezas de las nuevas chicas como buscando en cual fijar mas sus miradas, las chicas algo mas retraídas también aunque menos descaradas, ellas no tardaron nada en relacionarse con el grupo formado por chicas y chicos, no hacía falta ser muy observador para saber quiénes estaban emparejados y quienes no, estos nada más llegar al lugar de reunión de todos los días, desaparecían a ratos para tener algo más de intimidad, aunque los chicos para eso les daba igual.
El poco a poco fue dejando de lado el tonteo con las demás chicas sin explicarse el porqué, sin darse cuenta él, ella se había fijado en el. Sus miradas acompañadas de las sonrisas de ella cada vez se cruzaban mas y el empezó a sentir ese revolotear de mariposas en su estomago cuando el amor toca al corazón, cada frase que cruzaba con ella iba acompañada de un enrojecimiento en su rostro que no podía evitar, intentaba disimular desviando su mirada de ella, mientras ella, se encontraba en la misma situación, pasaron algunos días, sin que pudieran disimular ninguno de los dos que se gustaban mutuamente.
Aquella tarde era agradable, estaban casi todos entre ellos Claudia, unos sentados en un saliente al costado de uno de los chalets, otros de pie conversando, Claudia con disimulo miraba a un lado y a otro esperando la llegada de Alberto, uno de los chicos se dio cuenta y le comento sin que nadie se enterase ―Claudia tranquila, que no tardara en llegar― ella que pensaba, que no se la notaba que le gustaba Alberto.
Aunque era verano, el atardecer empezaba a despedirse del día abriendo camino a la noche, al mismo tiempo que se encendían la luces de las farolas de la calle apareció Alberto ―Hola chicos, cada día está peor el transporte― comento a su llegada, nada mas saludar, empezó a buscar a Claudia, ella estaba sentada en el centro del poyete, al ver que el la buscaba con la mirada, su sonrisa hizo que sus sonrojada cara quedara en un segundo plano, Alberto le tendió la mano para ayudarla a levantarla mientras la incitaba a levantarse.
―Claudia ¿Te vienes a dar una vuelta?― la pregunto.
―Vale, si― con un sí rotundo y sin separar sus manos, los dos empezaron a sentir como sus manos empezaron a sudar mientras se iban alejando, dejando boquiabiertos a sus amigos, sin mediar palabras y sin llevar ninguno de los dos idea dónde ir, continuaron caminando por el barrio sin importarles que les vieran, se retiraron hasta las afueras del barrio, sin que ninguno de los dos hiciese el intento sus manos entrelazaron sus dedos, Alberto hizo que se parasen encontrándose sus miradas uno frente al otro, con las miradas clavadas entre ellos.
― ¿Claudia, quieres salir conmigo?― le pregunto Alberto con una sequedad en la garganta como nunca había tenido, con ninguna de las chicas con las que había salido le había ocurrido eso.
―Claro que si Alberto― le contesto, a la vez que apretaba su mano entrelazada con la de él, como si quisiera fundir parte de su piel a la suya.
Sin tomar ninguno la iniciativa, sus rostros se fueron acercando despacio, hasta unir sus labios en un largo y apasionado beso. Una vez separados se miraron de nuevo fijamente sin que les saliera palabra alguna, como si no quisieran que se les escapase por sus bocas nunca el sabor de ese primer beso. Cuando volvieron de su paseo con el grupo, todas las miradas fueron dirigidas hacia ellos, sus manos continuaban entrelazadas, no faltaron los comentarios como “Que, tenemos nueva parejita en el grupo” “Os ha costado lanzaros, eh” no hizo falta explicación ninguna por parte de ninguno, echaron a sonreír los dos a la vez y despidiéndose del grupo Alberto acompaño a Claudia al portal de su casa, después de varios te quiero por parte de los dos, se fundieron en un segundo beso, este de buenas noches.
―Mañana intentare venir antes― dijo Alberto soltándose de la mano todo lo despacio que pudo.
Los días continuaron con la rutina diaria, para Claudia y Alberto se había convertido en el principio de un sueño que poco a poco se iba haciendo realidad. Su relación cada día se iba formalizando mas, incluso se presentaban ya formalmente como novios.
En la pandilla todo continuaba igual, las parejas disfrutando de las sensaciones de los revoloteos de las mariposas en sus estómagos y los que no estaban emparejados disfrutando de su soltería. La pandilla siempre estaba abierta para acoger a nuevas amistades, había quienes entraban en ella y se quedaban al igual que entraban y al tiempo se iban, pero los de siempre ahí estaban por las tardes en su lugar de encuentro.


2ª Parte
Entro en la pandilla un nuevo amigo el cual disponía de un lugar perfecto para los guateques, un garaje de un chalet, ya que la historia de nuestros protagonistas Claudia y Alberto transcurrió en la época de los guateques, de vez en cuando y cuando la ocasión se presentaba se hacían en casa de alguno de los componentes de la pandilla, claro está, eso era posible cuando algunos padres se ausentaban toda una tarde y estos a regañadientes no se oponían.
Las tardes de los sábados o domingos en el garaje en aquella época fue inolvidable para la pandilla, de aquellas tardes salió algún noviazgo, también hubo alguna que otra desilusión amorosa ya que el lugar era el perfecto para que San Valentín hiciera sus prácticas de tiro y no siempre acertaba con sus flechas, se intentaba que fuera lo más parecido a una discoteca, pero en lo único que se parecía era en la música, porque la bebida era toda de calidad, se empezaba con música suelta aunque siempre había algunas parejas que hacían oídos sordos a la música, los pincha discos eran siempre a los que les daban calabazas y el puesto siempre estaba cubierto, lo mejor de las tardes era cuando ya se llegaba a cierta hora, entonces empezaba el ahorro energético apagando luces, era también cuando se escuchaban mejor las canciones ya que todo el mundo se quedaba en silencio para disfrutar de esos momentos amorosos, la mayoría estaban emparejados, estos a lo suyo sin problemas y los que no, salían a tomar aire libre y algo fresco a la calle, porque la temperatura subía dentro del local.
Para Claudia y Alberto fueron tardes que nunca olvidarían…, sus bailes abrazados sintiendo los latidos de sus corazones, los besos entrelazados unos detrás de otros, los susurros a los oídos de los te quiero y te amo, eran esos momentos en los que ellos hubieran parado el tiempo.
Fue de esas épocas que los recuerdos se quedaron grabados muy adentro para todos, los que disfrutaron de la música de los 70, para la pandilla fue un tiempo en el que los guateques hizo de transición para muchos, se paso de ser quinceañeros a los dieciocho años disfrutando mucho, algunos empezaron a sacarse el carnet de conducir, algunos tuvieron la suerte de estrenar el permiso de conducir con coche propio como fue Alberto, años más tarde los chicos empezaron a desfilar y nunca mejor dicho yéndose hacer el servicio militar, aunque no había mucha diferencia de edades se fueron escaladamente, la mayoría de ellos tuvieron que salir de Madrid, eso hizo que la pandilla aparte que la mayoría tenían sus novias formales y había más tiempo en los permisos para estar con ellas, nunca se dejo la amistad de lado. El sitio de reunión fue siempre el mismo, aunque los que tenían coche y pareja no tardaban en despedirse antes y aprovechar las ultimas horas antes de dejar a sus chicas en casa, para salir a las afueras del barrio o ir algún rincón de algún aparcamiento con las luces de las farolas apagadas y así tener más intimidad en los asientos de detrás y claro siempre te encontrabas con algún coche de algún amigo, pero eso no era impedimento para disfrutar del momento.
Claudia y Alberto tuvieron la suerte que él fue de los primeros en tener coche y también pudieron disfrutar de eses momentos a oscuras escuchando cintas de canciones románticas en el casete en la radio, lo suyo parecía una historia de amor sin final, cada día que vivían era un episodio más de sueños de pasiones y sentimientos de amor desbordados.
Pero llego el día que no sé porque circunstancia todo cambio en esta historia, Claudia tampoco encontró la respuesta del porque después de que Alberto la dijera sin ninguna explicación que todo había acabado, Claudia nada más saber por boca de Alberto que todo había acabado dejo la pandilla, apenas sin despedirse. No quiero ni pensar la noche que pudo pasar ni los días siguientes al desenlace, debió ser un golpe muy duro para ella, no volver a ver como respondía Alberto a sus sonrisas, los momentos de besuqueos en el garaje, los paseos abrazados, sentir como los sueños de los dos se disiparon en un abrir y cerrar de ojos.
Nadie en la pandilla se lo podían creer, es mas todos apostaban que Alberto reflexionaría y volvería con ella. Cuando le preguntaban sus más íntimos amigos, su contestación era que no había ningún motivo, que todo había acabado y punto, no  daban crédito a lo que le podía haber ocurrido a él, no hubo ninguna chica por medio que pudiera haberse entrometido en la relación, Alberto la quería con locura, estaba muy a gusto con ella, se llevaban muy bien los dos y hacían muy buena pareja, pero parece ser que el destino sin causa ninguna no quiso que ese amor de juventud no llegase a buen puerto, después de un tiempo tuvo algunas relaciones mas pero nada serias, Claudia por su parte fue la que más sufrió esa separación, seguía enamorada locamente de él, ella sabía que nunca le olvidaría y que siempre le llevaría en su corazón. Alberto con el tiempo se dio cuenta de su equivocación, pero ya no había marcha atrás, durante mucho tiempo estuvo pensando en el daño que había hecho a Claudia, él era el único que sabía lo que le había costado el romper con ella y tuvo sus momentos de sufrimiento cada vez que se le venía a la cabeza los momentos tan dulces y bonitos que habían pasado juntos, sabía perfectamente que solo había un culpable y ese era el.
Cada uno rehízo su vida, el destino los alejo como las hojas de un árbol cuando caen a un cauce de un rio, no volvieron a saber el uno del otro.
Pasaron los años sin saber nada el uno del otro, aunque Claudia se propuso cuidar del rincón de su corazón donde llevaba siempre a Alberto, el fue su primer amor el que la hizo apreciar el significado del primer beso, hasta que encontró al que fuera su marido, el también tenía sus recuerdos hacia ella, no fue su primer amor pero sí que le dejo marcado y aprendió con ella el valor que puede tener el corazón de una mujer enamorada. El se caso también y tanto ella como él fueron felices, con sus respectivas parejas…


3ª Parte

Claudia después de acabar sus estudios, empezó a trabajar en un hospital de fisioterapeuta, nunca fue capaz de dejar en el olvido a Alberto, ni de cuidar su rincón en su corazón con los recuerdos con él.
Se caso enamorada y muy ilusionada, pero al poco tiempo su matrimonio empezó agrietarse y no por su culpa, ella intento tapar esas grietas de todas las maneras posibles pero, el matrimonio se vino abajo y no hubo manera de arreglarlo, ella fue quien tomo la decisión de divorciarse, estaba cansada de tantas heridas recibidas en su corazón, una vez tomada la decisión de recuperar de nuevo su vida empezó a sentir como su sonrisa de nuevo empezaba a brillar, empezó a ver los colores del arco iris más vivos que nunca, empezó a disfrutar de ella misma y de la vida, se lo merecía.
Pasaron años en los que volviera a su barrio, el barrio de su juventud no había cambiado mucho, con los ojos brillantes y reteniendo la caída de alguna lagrima se acerco al sitio donde se reunían la pandilla, estaba vacío, pero su imaginación la hizo ver a todos allí con sus risas, sus conversaciones haciendo planes para el fin de semana, no pudo retener por más tiempo sus lagrimas y empezaron a descolgarse por sus mejillas al recordar esos momentos pasados y como no la frase de Alberto aquel día cuando la pregunto…  ¿Claudia, quieres salir conmigo? Y como no, el primer beso. Se fue del lugar echando la mirada para atrás, como si esperase que ocurriese el milagro de que alguien de la pandilla apareciese por allí.
La verdad es que nunca sintió ningún rencor hacia él, sabía el tiempo que duro lo de ellos Alberto lo dio todo por ese amor, también tenía la conciencia tranquila que el recuerdo de Alberto no influyo para nada en su divorcio, ya que con su ex marido lo dio todo.
Alberto continuo trabajando en la empresa en la que empezó, sobre su matrimonio puedo contar, que se caso muy enamorado de su mujer con sus altibajos como en cualquier matrimonio, pero siempre luchando por el amor que se procesaban el uno para el otro y queriendo mucho a su mujer. Alberto siempre tuvo claro que el necesitaba tener su espacio al igual que su pareja, compartían muchas aficiones juntos como viajar en moto cuando el tiempo acompañaba.
Algunas veces tenia la necesidad de volver al barrio y así lo hacía, siempre lo hacía en moto, no dejaba un rincón del barrio sin visitar y en más de una ocasión se dio más de un susto por girar la cabeza, pensando que era Claudia la que iba por la acera, pero siempre dejaba el último rincón por visitar el del lugar de reunión de la pandilla, incluso había veces que cuando iba se sentaba en el saliente de la pared, donde tantas tardes se quedaba encandilado mirando a Claudia, su gran amor de juventud, se encendía un cigarro, y a la vez que tragaba el humo del cigarro lo intentaba con el nudo en la garganta que se le ponía al recordar lo que hizo con la relación, hacia su interior maldecía por lo que había hecho, tantas veces se había arrepentido y de lo que nunca se perdonaría hacia él, es de no haberla pedido perdón en ninguna ocasión, la verdad es que se porto fatal con ella y creo que daría lo que fuera por tener el tiempo justo para ser un hombre, mirarla a la cara y pedirla perdón.
En ese aspecto creo que el destino tampoco se puso de su parte, pero la vida continuaba para los dos por dos caminos muy diferentes, tanto el cómo Claudia se fueron a vivir a los extrarradios de la ciudad, nunca tuvieron noticias ni supieron donde vivían el uno y el otro. Al parecer en esas visitas al barrio por parte de los dos el destino no quiso que se encontrasen, nunca sabremos la reacción de ninguno de los dos.
El ultimo día que Alberto fue a darse una vuelta por el barrio fue un viernes, nada más llegar a casa cogió a su mujer, y le dijo que se preparase que se iban el fin de semana fuera, fue un impulso sin más o quizás los recuerdos que le trajeron aquella tarde le dejo algo tocado y necesitaba un cambio de aires, al recordar las tardes del garaje, los momentos escuchando música en su coche con Claudia, las miradas y sonrisas que le regalaba ella se dio cuenta que no se las habían vuelto a dar nadie.
Su mujer conociéndole accedió sin ninguna oposición, se lo pasaban bien y disfrutaban cuando salían sin rumbo fijo y más si era en moto, se dirigieron a la zona de la sierra en plan de acampada a los dos les encantaba pasar allí algunos fines de semana, era verano con la tarde ya algo avanzada, Alberto quería llegar antes de que se les echase la noche encima para poder montar con algo de luz la tienda de campaña.
Llegando a pocos kilómetros de donde iban, había algunas curvas cerradas que Alberto conocía bien y en ellas siempre ponía los cinco sentidos, pues en alguna ocasion casi le echan fuera los coches que venían de frente al tomar las curvas demasiado hacia el lado contrario de marcha, pero esa tarde noche tuvo que ser la que le echaron fuera, teniendo un accidente grave para ellos dos que eran lo que salieron perdiendo al ir en moto.
Los dos salieron despedidos por el gran impacto del coche, su mujer por cayo un barranco, el salió despedido por encima del coche cayendo de espaldas contra el maletero del coche, los servicios de urgencias se llevaron a ella en una ambulancia muy grave con mucha pérdida de sangre, a él decidieron esperar a que llegase un helicóptero lo más cerca posible al lugar del accidente, ya que le detectaron in situ una lesión grave de la columna vertebral, le tuvieron que sedar por los dolores tan intensos que tenia. Al llegar al hospital a Alberto le operaron de urgencias, lo peor del accidente fue que los sanitarios no pudieron hacer nada por la vida de su mujer que falleció de camino al hospital, Alberto no se entero de la pérdida de su mujer, hasta varios días después del accidente ya que estuvo en la UCI luchando por no tener el desenlace de su mujer, pues tenía algunos órganos en mal estado por el fuerte impacto que sufrio. Os podéis imaginar, cuando se entero del fatal desenlace, y no solo le toco luchar contra la pérdida de su mujer, si no también, cuando le comunicaron los médicos que le habían operado de la columna y que tendría que estar en una silla de ruedas después de la operación de la espalda, sin poder decirle cuanto tiempo podría estar así y si le quedarían secuelas, que lo mejor para su salud era trasladarle a un hospital especializado en ese tipo de dolencias.
Así hicieron los médicos una vez que pudieron trasladarlo, le llevaron a un hospital a las afueras de la capital, donde se tendría que esforzar a fondo psicológicamente y físicamente para recuperarse y dejar la silla de ruedas y poder salir por su propio pie del hospital si todo iba bien.
Una vez en el hospital, y visto por los doctores y las ganas que tenía el de empezar con el tratamiento, enseguida empezó.
El primer día que le toco empezar con fisioterapia estaba algo nervioso pues no sabía del tiempo de su recuperación y tampoco si le quedarían algún tipo de secuelas, le pasaron a una sala y con la ayuda de un celador que se hizo amigo suyo le tumbo en una camilla boca abajo, se quedo solo en la consulta esperando a que pasara el fisioterapeuta, una vez que entro y saludo se quedo algo sorprendido, nunca pensó que fuera a ser una mujer ― un momento… esta voz, no puede ser― imposible pensó.
Mientras ella le echaba una crema en la espalda dañada y en las piernas, le empezó a masajear con cuidado ya que tenía una cicatriz de cierto tamaño a la altura de la cintura.
― ¿Cómo te llamas?― le pregunto ella.
―Alberto― contesto, a la vez que giraba su cabeza para verla, sintió sus manos en su espalda, unas manos que le dio la sensación de haberlas sentido en otras ocasiones, no había duda era Claudia, afirmo para sus adentros.
Cuando se giro y se miraron, hubo tal silencio por parte de los dos, que solo se escuchaban los latidos de sus corazones y su respiraciones, no sabían ninguno de los dos como reaccionar, fue de esos instantes que no se pueden describir de ninguna manera, esas miradas que habían estado tanto tiempo tan lejanas y a la vez tan arropadas en sus corazones, de nuevo volvían a ver la luz, se les vino en un instante a los dos muchísimos recuerdos. El tiempo que en su día hubieran querido parar, en esta ocasión el destino se puso de su parte, aunque fue solo unos segundos, las sensaciones de los dos hizo que sus ojos se abrillantaran como nunca lo habían hecho. Una vez recuperados los dos por el encuentro y tomado aire con unos suspiros silenciosos…
― ¿Claudia, eres tu, no me digas que vas a ser tú mi fisioterapeuta? le pregunto Alberto.
―Parece ser que va a ser así― contesto ella con su semblante sonrojado, como la primera vez que él se dirigió a ella.
―He leído tu informe médico, sin fijarme en el nombre ni apellidos y parce ser que has sufrido una grave lesión por un accidente.
―Sí, fue un accidente terrible― a él le cambio el semblante al recordar lo ocurrido, sobre todo por el recuerdo de su mujer, Claudia se dio cuenta enseguida de su cambio de actitud y cambio de tema.
―Ya hablaremos en otra ocasión de lo ocurrido, ahora lo importante es que entre los médicos y nosotros dos, intentemos tu recuperación lo antes posible y salgas pronto andando y a poder ser sin ayuda alguna.
Ella empezó con su trabajo, durante la sesión después de haber intercambiado eso pequeños comentarios, el silencio de nuevo se apodero de la consulta, imagino que cada uno se envolvió en los recuerdos del pasado vividos por ellos.
Una vez acabada la sesión, se despidieron con un…
― Mañana nos volveremos a ver Alberto.
―Sí, seguro no creo que pueda ir muy lejos, hasta mañana Claudia― el, intento dar un toque de calor, fue un hasta mañana algo frio por parte de los dos, pero dadas las circunstancias del encuentro no podía ser de otra manera.
Fueron pasando los días y los avances de él eran bastante buenos según los médicos, el tenia claro que su mejoría era gracias a las manos de de ella, las sensaciones que tenía en las sesiones de masajes para él fueron resultando cada día caricias que hacían que su corazón volviera a tener unas ganas inmensas de poder volver a pasear cogido de la mano de ella. Su relación con Claudia, cada día que pasaba era más amena, empezaron hablar en las sesiones de cómo habían sido sus vidas, sobre el accidente a los pocos días le conto a Claudia lo ocurrido.
Llego un día que le dieron permiso para salir el fin de semana, por si quería salir del hospital a pasarlo fuera y así distraerse.
Era viernes por la mañana, y nada más saberlo llamo a Claudia por teléfono para que lo supiera, ella se alegro mucho de la noticia y sin esperárselo este le preguntó…
―Claudia ¿me dejas que te invite a comer el sábado? ― se hizo un interminable silencio al otro lado de la línea.
― ¡Claro que sí Alberto!― la emoción se apodero de los dos, fue lo más parecido a cuando él la pregunto si quería salir con él, era como si el tiempo se hubiera retrasado para ellos, volvieron a tener las mismas sensaciones que entonces el uno por el otro, aunque Claudia siempre le llevo con ella en su rincón del corazón.
―Porque no mejor te paso a recoger esta tarde, y te invito yo a cenar esta noche― le dijo Claudia.
―De acuerdo, te espero en la puerta del hospital―contesto el.
Llego la tarde y Alberto salió empujado de su silla de ruedas por su amigo el celador, allí estaba ella con la misma sonrisa que cuando le esperaba de jóvenes en el  sitio de reunión de la pandilla.
Le pregunto a el que donde quería que le llevara antes de la hora de la cena, él le comento que la tarde antes del accidente estuvo en el barrio, que si no la importaba llevarle allí, ella le contesto que no y que hacía tiempo que no iba, durante el trayecto fueron escuchando un CD que ella tenía grabado de los años setenta, una vez en el barrio ella sin preguntarle, se dirigió hacia el sitio de reunión de la pandilla, aparco el coche, saco la silla de ruedas del maletero y le ayudo a que se acomodase en ella, empujando ella la silla lo llevo justo donde se sentaban, ella tomo asiento en el saliente, el frente a ella mirándola a los ojos en su silla de ruedas, cogiéndola y apretando sus manos contra las suyas le dijo…
―Claudia nunca pensé que volviera a estar contigo en este lugar y creo que mejor lugar no abra en el mundo para pedirte perdón y decirte lo mucho que siento el daño que pude hacerte, nunca me arrepentiré lo suficiente de ello, quiero que sepas que te quise muchísimo y que me hiciste muy feliz el tiempo que estuvimos juntos, lo siento Claudia― mientras ella escuchaba sus palabras, sus lagrimas no tuvieron que pedir permiso a su corazón para escapar de sus ojos y caer por sus mejillas.
Entre lagrimas, ella le contesto ―Alberto, el perdón lo tuviste siempre, te he tenido todo este tiempo en mi corazón y no te preocupes si no tienes ninguna explicación del porque paso, yo tampoco me lo he preguntado nunca, con tenerte y estar contigo aquí me es suficiente, soy feliz sabiendo que te tengo en mi vida de nuevo y no me importa en qué circunstancias.
―Hare lo imposible por no volver a perderte jamás, gracias a ti, al calor y sensibilidad de tus manos podre volver a pasear contigo entrelazando nuestras manos si tu quieres.
―Por supuesto que quiero Alberto, lo estoy deseando y lo conseguiremos juntos.
Ella se levanto se acerco a él, le dijo que se intentara poner de pie que ella le ayudaría sujetándolo, con un gran esfuerzo y abrazado a ella, la miro a los ojos y despacio arrimo sus labios a los de ella fundiéndose los dos en un beso y después en un sinfín de te quieros y te amo.
Una vez en el coche y de camino de vuelta, comentaron los dos a la vez como si fueran una sola voz.
― ¿Dónde cenamos en tu casa o en la mía?
Alberto no tardo en recuperarse y aunque no fue lo que en principio el hubiera querido, le dieron el alta saliendo del hospital con muletas, siguió con su recuperación en casa de Claudia ya que por el trabajo de ella estaba más cerca del hospital.



Así fue su historia de amor de juventud que vivieron ellos dos y así os la he contado, espero que algún día los protagonistas la lleguen a leer para revivir tiempos pasados, aunque creo que a cualquiera de nosotros nos vendrán algunos recuerdos de los vividos por ellos.

Rafael Huertas