martes, 23 de diciembre de 2014

Mi amigo que vivía con libros



Le veía siempre sentado en la puerta del centro comercial, cada vez que le veía me quedaba con las ganas de sentarme a su lado y entablar una conversación con él, si no lo hice antes fue por las dichosas prisas, y cuando no las tenía, pensé que quizás le podía molestar de alguna manera.
Su edad era de unos treinta y tantos años, aunque por su apariencia parecía mayor, su vestimenta era de alguien que pasaba muchas horas en la calle sin llegar aparentar ser un mendigo, de hecho no lo era, ya que no tenía nada en el suelo donde poder echarle unas monedas y cada vez que pasaba por delante del nunca vi una moneda perdida a su alrededor, me llamo la intención que casi siempre estaba sentado sobre una vieja mochila de color verde caqui y cuando no, estaba sentado en el suelo con las piernas entre cruzadas, siempre con un cigarrillo entre sus dedos, cuando no lo tenía entre ellos se lo pasaba a la boca y lo sujetaba entre los labios mientras pasaba pagina al libro que estaba leyendo, el bulto que hacia el interior de su mochila era rígido ya que le servía de asiento.
La primera vez que pase por la puerta del centro comercial, la verdad es que no me fije en el, tampoco voy a echar las culpas a las dichosas prisas que nos hacen intentar no tropezar con alguien sin mirarnos a la cara, sin ver si las personas van con una sonrisa en sus rostros o llevan cara de preocupación, ¿para qué lo vamos hacer? Son transeúntes que no conocemos, simplemente.
Pero en mi transitar durante muchos días por la puerta donde estaba aquel hombre, el no era un transeúnte con el que te cruzas y no te fijas en su fisonomía ni tan siquiera como va vestido, era una persona a la que veía muchos días de la semana, era  quizás porque le veía casi todos los días, como al camarero del bar donde sueles tomar café que ya sabe si te gusta caliente o templado el café, o al del estanco que es casi como de la familia y aunque entres tosiendo al establecimiento nunca te va a decir que dejes de fumar, el, era como un eslabón más de mi día a día.
Alguna vez de las que pasaba delante de él, note como miraba a las personas que entraban o salían del centro comercial o a las que pasaban por la gran acera de la calle, nunca una mala mirada, aunque las personas que pasaban por allí por primera vez le vieran como alguien que pide para comer o subsistir, las suyas eran miradas perdidas. Pero eso ocurría pocas veces, casi siempre con su mirada puesta en su libro.
Era casi medio día, un día de verano caluroso, de esos que se busca la sombra como si fuera un tesoro perdido, me acerque a él y con el pretexto de comentar sobre el tiempo le dije…— ¡Buenos días! ¡Vaya día de calor! —apoyándome de pies sobre la pared donde estaba sentado y tenia apoyada su espalda.
Levantando la cabeza con lentitud, por si se le fueran a escapar las palabras del libro — me contesto —Si que lo hace.
Después de unos segundos —Perdone, le puedo preguntar ¿Qué está leyendo?
—DONDE LOS ARBOLES CANTAN, se titula el libro.
— ¡Hombre! ha sido una de mis últimas lecturas, espero que le guste, —le comente —Perdone, a lo mejor le estoy molestando.
—No, para nada, no perderé el hilo de la lectura —me contesto, a la vez que cerraba el libro me di cuenta que al cerrarlo no le puso ningún tipo de separador de páginas y le advertí —No le ha puesto ningún separador de páginas.
—No es necesario, siempre recuerdo el número de la página donde dejo de leer — con la rabia que da cuando por un descuido cierras un libro y luego tienes que buscar la página por donde llevabas la lectura, eso es tener buena memoria, pensé para mí.
—Por lo que he visto cada vez que he pasado por aquí siempre le veo con la mirada puesta sobre las páginas un libro.
—Es una afición que tengo desde hace muchos años.
—Bueno le dejo que siga con su lectura, no le quiero entretener ni molestar más.
—No es ninguna molestia y no me entretiene al contrario ¿le puedo ofrecer un cigarro si fuma?, nunca se para nadie hablar conmigo y menos para hablar sobre libros.
—Sí que fumo, gracias —al hacer el ademan de sentarme junto a él, comento —si prefiere se puede sentar sobre la mochila, no es que sea mucho mas cómodo que el suelo pero, los libros a veces no solo sirven para leer, siempre la llevo llena de libros.
Saco un paquete de cigarrillos de tabaco negro, yo fumo rubio pero no me importo aceptárselo, cuando uno es fumador hay ocasiones, que el simple hecho de echar humo y mantener un cigarrillo entre los dedos siempre sabe bien y mas charlando con alguien que me apetecía hacerlo hacia tiempo, me senté junto a él en el suelo sobre la pared justo al lado de la puerta del centro comercial, de la poca conversación que llevaba con él, me dio la sensación de ser un hombre solitario y culto, sabia encajar las palabras y frases exactas en la conversación. Estuvimos charlando sobre algunos libros mientras quemábamos el tabaco de los cigarros, la verdad que yo iba a años luz de sus lecturas, pero era un placer escucharle hablar sobre su afición.
Sin darnos cuenta la hora de comer había llegado, tengo que decir que se me hizo muy corto el rato que estuve con él, —espero poder invitarle yo el próximo día al cigarrillo —le comente.
—Cuando usted quiera, aquí me tendrá viajando gracias a mis libros.
Al día siguiente me desperté pensando en el lector, me refiero a él así porque ninguno de los dos nos dio por presentamos, suele ocurrir, cuando conoces a alguien de tu agrado y lo que menos te importa es como se llama, y la verdad es, que pienso que quitando para que nos nombren no hace falta saber el nombre de una persona cuando te encuentras gozando con ella, te puedes olvidar de su nombre, el día que le conociste, incluso el lugar donde fue, pero a la persona nunca se olvida. Quizás sea otra diferencia que tenemos con los animales que llamamos irracionales, imagino que somos los racionales los únicos que usamos nombres.
Ese día intente olvidarme de la prisas, y con todo y eso, al rato de cruzarme con la gente ya no recordaba nada de algunas de ellas, me di cuenta que no solo eran las prisas lo que nos hacia ir por la vida sin saber grabar en nuestra mente lo que ocurría a nuestro alrededor, simplemente son personas, como uno es para los demás.
Era más temprano que el día que entable conversación con él, allí estaba él, sus piernas cruzadas, con su espalda apoyada en la pared al lado de la puerta del centro comercial y su mochila cargada de libros a su lado. Al acercarme a él me di cuenta que el libro era otro del que estaba leyendo el día anterior.
— ¡Buenos días! Como veo a cambiado de amigo, imagino que lo ha acabado de leer ¡Que le ha parecido? —le pregunte.
—Muy bueno, como todos.
— ¿Y qué amigo es el que tiene ahora entre las manos?
—Es uno del gran Poe.
—Veo que le gusta todo tipo de escritura.
— ¡Sí!, la verdad, es que no tengo inclinación por ningún género literario, me gustan y disfruto con todos.
No soy una persona que se tome mucha confianza hasta que paso un tiempo con alguien, o me la dan, pero la confianza creo que no la repartimos a partes iguales los dos.
—Me gustaría hoy ofrecerle un cigarro de los míos, y no piense que lo hago por quedar bien con usted, pero tengo que decirle que los míos son de tabaco rubio —A la vez que yo sacaba la cajetilla de tabaco del bolsillo de mi camisa, el sacaba de uno de los bolsillos de su mochila un mechero de mecha, hacía tiempo que no veía uno y con toda confianza le pedí que me dejara darle chasca al mechero, cuantos recuerdos me vinieron a mi cabeza, solía siempre pedir a mi padre cuando el fumaba y lo utilizaba que me dejara, darle chasca.
—Jaja, ¿por qué cree que pueda yo pensar que tenía que quedar bien conmigo?
— No sé, no le conozco de nada, le fastidio su momento de lectura, me invita a sentarme con usted y  me da un poco de su tiempo a cambio de su ocio, aunque más bien lo llamaría robo de tiempo hacia sus amigos los libros. Si quiere que le diga la verdad, tenía ganas de conocerle como persona y charlar con usted, desde los primeros días que le vi, me llamo la atención el verle todos los días con un libro entre las manos, me parecía una persona interesante de conocer.
—No tiene por qué molestarse ni sentirse mal, se que para la mayoría de los transeúntes que pasan por aquí, me ven como un bicho raro, más que bicho la mayoría se piensan que soy un borrachín, un yonki, un mendigo… o vaya usted a saber, la verdad es que nadie tenemos el derecho gratuito de juzgar a nadie sin antes habernos juzgado a nosotros mismos, es la sociedad que hemos y seguimos alimentando, a mi no me molesta lo que piensen las personas que cada día pasan delante de mí, algunas me echan monedas, otras me miran con cara de pena, si se ha fijado, pocas veces levanto la mirada del libro en el cual estoy inmerso en la lectura de él, cuando lo hago es porque las monedas suenan en el suelo y le puedo asegurar que todas las he devuelto, no me sienta mal el hecho de que piensen lo que quieran de mi persona, no necesito de nada para vivir como cualquiera de ellas, se lo aseguro.
—Pero entenderá que a la gente le resulte raro verle todos los días aquí y siempre con un libro entre las manos, hay lugares para la lectura creo yo mejores para ello.
—Sí, claro que los hay se lo aseguro.
—A mí me gusta leer, no soy muy asiduo a ello, pero en cuanto tengo tiempo me engancho alguno, déjeme preguntarle algo ¿Qué encuentra en ellos?
—No se trata de encontrar nada en ellos al leerlos, se trata de lo que te cuentan, de las vivencias que te hacen vivir y sentir, viajas a lugares donde nunca podrás ir, con ellos llegas a enamórate, te hacen sonreír, llegas a sentir en tu piel el frio, incluso puedes llegar hasta percibir los olores de las flores descritas en ellos, ellos hacen que llegues a sentir el miedo dentro de tu cuerpo, tienen el poder de trasladarte a otras épocas sin tener necesidad de utilizar ninguna máquina del tiempo, todo eso y mucho mas son los libros.
—Me parece buena su reflexión, pero creo que se olvida de…—antes de dejar que acabase la frase, continuo diciendo…
—No, no me olvido de ellos, claro que no me olvido, ellos son los que trasladan a los libros las letras, al igual que un director de orquesta dirige a sus músicos para que las notas musicales sean armoniosas, los escritores lo hacen con sus escrituras, ellos son los que dejando abiertas las puertas de sus sueños, nos dejan que les acompañemos en sus viajes, saben cómo hacer meternos en los pensamientos y sentimientos de los protagonistas de sus relatos, nos hacen trasladarnos a sus mundos imaginarios, ya de sean mundos de fantasía y magia, como en los mundos mas terroríficos y mentes de criminales, nos hacen vivir en ocasiones vivencias pasadas de las cuales en algún momento de nuestras vidas nos vemos identificados con ellas. Cuando me refiero a escritores me refiero también a las escritoras, no solo me refiero a los que ya tienen su reconocimiento en el mundo literario, también a esos escritores noveles, a los que están formándose en el difícil mundo literario. Es un mundo el de la lectura, del que lo visita queda atrapado en el —acabo diciendo.
—No dudaba que se fuera usted a olvidar de ellos.
Mientras me lo comentaba, no dejaba de acariciar con sus manos las tapas del libro que tenia entre las manos, era como una parte de él, no podía imaginar volverle a ver sin un libro entre sus manos, eran parte de su vida sin ninguna duda. Me despedí de él sin antes hacerle una última pregunta…
— No sé si ha escrito algo, si no lo ha hecho ¿Nunca ha pensado en escribir?
— Si, he escrito y lo sigo haciendo.
— ¿Sí? ¿Cuántos libros?
—Bueno la verdad es…, que en todos los que he leído.
—No le entiendo.
A la hora de responderme, la comisura de sus labios de alargaron con una sonrisa.
—Borro la palabra FIN de ellos y debajo pongo la palabra CONTINUARA.


Rafael Huertas      


   

sábado, 22 de noviembre de 2014

La agonía después de la pasión



 

 Mi jefa Verónica me había invitado a ir de excursión con ella un fin de semana a una zona montañosa a una cabaña alejada de la ciudad, tengo que decir que me sorprendió la invitación nunca se me habría pasado por la cabeza pensar cómo podía ser un fin de semana con ella.

Verónica, una mujer luchadora y emprendedora de treinta y tantos años, dueña de una empresa dedicada a la comercialización de productos de cosmética. Divorciada de su marido hace años, según ella por falta de convivencia entre los dos ya que el pasaba más tiempo de viajes de negocios que junto a ella. Yo era representante de la empresa, llevaba la comercialización y venta de productos para hombres, entre a formar parte de la empresa poco después del divorcio de ella, por circunstancias de mi puesto de trabajo nos veíamos muy a menudo. Desde el primer día que la conocí me quede prendido de su forma de actuar como jefa, aunque quizás algo exigente, tenia buen trato con todo el personal y se le apreciaba bastante.

 A los pocos meses de mi incorporación, aparte del trato laboral se inicio una buena amistad. Ella por su parte era reacia a que en la empresa supieran de esa amistad que con el tiempo se fue consolidando. Cuando el trabajo no lo permitía solíamos quedar un par de veces a la semana para tomar algo y con la exclusión de hablar sobre trabajo por parte de los dos.

Sus sentimientos hacia mí creo que no pasaban de una buena amistad, sin en cambio los míos cada día que pasaba eran de una atracción hacia ella, no sé si sería una atracción amorosa o simplemente sexual, lo que sí es cierto que una mujer como ella era para atraer a cualquier hombre, con pelo muy corto de color negro azabache, ojos grandes almendrados marrones, labios muy marcados, alguna que otra peca y piel morena, estatura media, un físico esbelto con curvas que cualquier hombre le gustaría perderse por él y acompañado siempre con muy buen gusto a la hora de vestir y lo que más me fascinaba de ella es que teniendo una empresa dedicada a la cosmética, en su cara el único cosmético que usaba era el pintalabios, nunca le vi arreglada con ningún tipo de cosmético en su cara.

Los días anteriores a que llegase el fin de semana se me hicieron eternos y cada día que pasaba notaba en mi cierto nerviosismo, me recordó a mi primera cita de adolescente notaba en algunas horas del día el típico cosquilleo en las tripas. 

El día anterior a la cita me llamo a su despacho, ella estaba tan elegante como siempre, creo que era su belleza natural la que me tanto me embelesaba. Yo creí que me habría hecho llamar para hablar sobre algún tema sobre el trabajo, pero no fue así, fue para concretar la hora a la que me pasaría a recoger ya que mi coche lo tenía en el taller en una revisión.

Llego el día de la cita para pasar el fin de semana, y aunque la noche anterior me acosté tarde después de tomar unas copas con unos amigos, antes de que sonara la alarma del despertador yo estaba preparando lo que me iba a llevar.

Llegada la hora a la que habíamos quedado, nada más salir de casa y bajando en el ascensor note en mi estomago como si aleteasen mariposas dentro.

Una vez en la calle mire a un lado y a otro para ver si había llegado, Verónica no había llegado aun, mire el reloj y era la hora en punto a la que habíamos quedado y ella solía ser bastante puntual, tampoco le di mucha importancia a su retraso.

Al llegar, lo primero que hizo fue pedirme disculpas por el retraso. Me comento que había pasado a comprar algo de comida y unas bebidas ya que en la cabaña no había nada, pues hacia muchos meses que no iba por allí.

 Ella siempre circulaba con un pequeño utilitario según ella era lo más cómodo para la ciudad pero se presento con un todo terreno, me comento que según las previsiones meteorológicas quizás lloviese en la zona a donde nos dirigíamos.

Una vez subidos en el coche me pregunto… ― ¿Qué clase de música quieres escuchar Raul?

―Pon la que tú quieras me gusta toda clase de música― le conteste.

Puso un CD con recopilación de música de la movida madrileña. Le comente que la tarde anterior yo había quedado con unos amigos a tomar unas cervezas y acabamos a altas horas de la noche, que si durante el recorrido me hablaba y no le contestaba que me perdonase, pero llevaba bastantes horas de sueño atrasadas y seguro que el sueño me vencería en el viaje. Su contestación fue…, que no me preocupase que la zona donde se hallaba la cabaña estaba a unas horas de viaje, esas fueron las últimas palabras que le escuche antes de que el sueño me venciera.

 El estado en el que se encontraba el camino hizo que me despertara, mire el reloj y habían pasado unas tres horas y media desde que salimos de la ciudad.

― ¡Hombre el bello durmiente se ha despertado! – comento

― ¿Donde nos encontramos Verónica?─ le pregunte, con los ojos entre abiertos

―A unos treinta kilómetros Raúl, dejamos la carreta hace ya un rato menos mal que venimos en el todo terreno no sabía que el camino estuviera en tan mal estado.

Continúo la conversación comentando la historia sobre la cabaña.

―La cabaña era de mis padres, mi padre era un gran aficionado a la pesca y antes de nacer yo compro unas tierras al lado de un lago e hizo que le construyeran una cabaña para venir los fines de semana, a mi madre le encantaba la naturaleza y se hizo amante del hobby de la jardinería, el tiempo para ella se paraba cuidando de su jardín. Verónica también me conto que era hija única y que sus padres fallecieron en un accidente de tráfico, su abuela materna fue la que se hizo cargo de ella al fallecer sus padres, nunca me había comentado nada sobre su familia y eso me hacía creer más en la amistad que habíamos entablado.

Tras recorrer los treinta kilómetros por un camino entre bosques, subidas y bajadas por montes llenos de paisajes y naturaleza e incluso vadeamos un rio no muy profundo aunque hubo un momento al cruzarlo que el agua llego a cubrir las ruedas, pero con la pericia de conducción de Verónica no tuvimos ningún problema en sortearlo,  también tengo que decir que desde que desperté no llegue a ver civilización ninguna.

Llegamos a la cabaña, yo me la había imaginado mucho más pequeña de cómo era, estaba rodeada por una cerca de madera, Verónica se bajo del coche y abrió el candado del cerrojillo de la puerta de entrada a la parcela, tenía una especie de camino de piedra hasta la entrada a la cabaña con dos praderas a sus laterales, los alrededores lo formaban, un gran bosque de pinos y matorrales bajos. La cabaña era de una sola planta, directamente se entraba a un gran salón, a la izquierda de la entrada un baño, en el salón una gran chimenea con muebles ambos lados uno de ellos de estantería repleta de libros y el otro un mueble bar con la parte baja de leñera, un sofá con don sillones enfrente a la chimenea, un ventanal grande que daba a una terraza al exterior, en unos de los laterales de la chimenea se encontraban cinco cañas de pescar colgadas de la pared de madera, el salón de la cocina estaba separada por una barra, en la cocina había una mesa alargada con sillas alrededor, tenía dos habitaciones una de ellas bastante amplia con una baño completo una cama grande con cabecero y pie de hierro de forja, mesillas ambos lados y una gran coqueta en un lateral de la habitación y armario con puertas de espejo, la otra habitación algo más pequeña, con una cama, un escritorio y un armario juvenil, imagine que sería la habitación de Verónica, pues estaba decorada con estanterías de muñecas. En la parte trasera de la cabaña se encontraba una especie un cuarto grande que hacía de trastero con el depósito de gasoil y un gran aljibe del agua potable, la verdad es que no se apreciaba que hubiera estado cerrada durante tantos meses.

― ¿Raúl qué te parece la cabaña?― me pregunto Verónica.

―Esta genial, además los alrededores son una medicina para la relajación― le conteste.

―Que te parece si sacamos del coche lo que he comprado y lo guardamos, la bebida la metemos en el frigorífico y así tendremos algo fresco para beber a la hora de la comida.

―Sí― le dije― pero déjame antes que saque dos botellas de vino de la mochila.

Salimos a coger del coche las bolsas de compra que Verónica había hecho, una vez introducida la bebida en el frigorífico y guardado la comida, mientras ella preparaba algo para comer, yo fui a darme una ducha.

Después de comer nos fuimos a dar un paseo por los alrededores.

―Te voy a enseñar la maravilla por la que mi padre construyó la cabaña en este lugar― me comento Verónica.

Era un gran lago con las aguas de tono azul verdoso reflejado por el color azul del cielo y el bosque frondoso que lo rodeaba.

―La verdad que es un sitio de ensueño Verónica― le comente.

De vuelta a la cabaña ella me cogió del brazo, era la primera vez que lo hacía desde que nos conocimos y la verdad es que me quede algo perplejo y la sensación de mariposas aleteando a mi estomago volvían. Se ponía el fin de semana interesante aunque no me quise hacer ilusiones de que ocurriera lo que había soñado tantas veces con ella.

Al llegar a la cabaña Verónica preparo para comer pasta y después de comer Verónica preparo café, una vez sentados en el sofá se levanto y me pregunto…

― ¿Raúl, quieres tomar algo después del café?

―Si― le conteste asintiendo con la cabeza.

―Yo traigo las copas, tú saca lo que quieras tomar las bebidas están en el mueble bar.

Cogí una botella sin abrir de brandy de 15 años.

― ¡Tienes buen gusto y paladar Raúl! Espero que lo tengas para todo de ahora en adelante― comento, el comentario no sabía si tomármelo como un preámbulo o que me quería poner a prueba de cuales iban a ser mis propósitos hacia ella el fin de semana, yo tenía claro que lo que surgiera no lo iba a desaprovechar siempre y cuando no afectase a nuestra relación en el trabajo y por supuesto de amistad, yo había tenido algunas relaciones ninguna de ellas serias y esta, por unas noches de sexo no iba a ser yo el culpable de estropear la amistad que tenia con ella, esa era mi forma de pensar en aquel momento.

―Lo bueno y lo exquisito gusta a todo el mundo Verónica y si va acompañado de un sitio como este y una compañía como la tuya, el envoltorio es lo de menos importa― creo que mi comentario en respuesta al suyo la toco tan profundamente, que se acerco a mí y dándome un beso en la mejilla…

―Eres un cielo de hombre Raúl, no sé cómo no te ha atrapado ninguna mujer todavía aunque contra menos rivales mejor― si mi comentario la toco profundamente el de ella me dejo sin palabras, estaba hecho un manojo de nervios era la primera vez que teníamos esa clase de conversación, en las demás ocasiones era de trabajo o algunas descripciones muy superficiales de nuestras vidas privadas. Dejamos las pinceladas de piropos y nos pusimos hablar sobre nuestras vidas pasadas, aunque las veces que ya habíamos quedado anteriormente nos habíamos contado algo, estuvimos charlando largo y tendido incluso de épocas de nuestra juventud.

Llegada la noche decidimos cenar en la terraza de la cabaña, la cena fue en plan de comida preparada, a la luz de unas velas y de un cielo estrellado y acompañada de una de las botellas de vino que lleve yo, la temperatura era agradable y nos acompañaba una luna llena con todo su resplandor.

Al igual que en la comida, el café lo acompañamos con la media botella que quedaba de Napoleón y con algo que me sorprendió. Ninguno de los dos éramos fumadores asiduos, pero se levanto de la mesa y trajo un paquete de tabaco por si quería fumar, me extraño, ya que me había comentado que tuvo hace años problemas de corazón, iba a ser la primera vez que la viese fumar.

―Si apetece fumar, te puedo acompañar fumándome yo otro― le dije― aunque no suelo fumar a menudo― una vez que nos fumamos los cigarrillos, ella comento…

―Raul, creo que lo mejor será que entremos dentro pues de aquí a nada, aquí afuera empezara a refrescar.

―Me parece bien― conteste.

Se acerco al coche y cogió del coche unos cuantos cds, los cargo en el equipo de música mientras yo, estruje la botella de Napoleón con las últimas dos copas que salieron. Sin darnos cuenta y acompañados por la arrebato de la bebida y por las baladas que sonaban a través de los altavoces del equipo de música,  nos encontramos sentados muy cerca en el sofá, con nuestras miradas cruzándose hacia nuestras bocas y con la incertidumbre de quien haría el primer movimiento para experimentar el sabor de los labios del otro.

Fui yo quien se acerco a su boca, fue un beso real sintiendo el calor y el humedecimiento de sus labios no como los que había compartido tantas noches en mis sueños con ella, los aleteos de mariposas había desaparecido para dar paso a la fogosidad para besarla y abrazarla, ella no se negó a ninguno, incluso llego el momento que era ella quien buscaba mis labios, eran momentos de ardor entre dos personas que habían encontrado la pasión quizás sin buscarla y con ganas de dar rienda suelta a nuestros sueños apasionados, una situación que por las circunstancias ninguno nos atrevimos a expresar en otros momentos y creo que era la noche apropiada y el lugar  para desbocar nuestras ganas mutuas de sentir nuestros cuerpos y disfrutar de una noche loca de amor y pasión.

La temperatura interior de nuestros cuerpos subía nuestro libido por momentos por las caricias, los susurros a nuestros oídos, despacio empezamos a quitarnos la ropa el uno al otro sin dejar un centímetro de nuestros cuerpos de acariciarse con besos y manos, el acariciar su cuerpo era como moldear curvas tras curvas sintiendo con el tacto cada poro de su piel, eran sensaciones tan especiales que jamás había tenido con ninguna otra mujer, ella estaba como si hubiera estando esperado este momento guardado con ansiedad en el interior de su cuerpo durante mucho tiempo. Nos levantamos los dos abrazados sin dejar de besuquearnos semis desnudos y nos dirigimos hacia la habitación grande, como si ella quisiera llevar el mando de un empujón me tumbo en la cama, se sentó sobre mi pecho y como una loba en celo, empezó a mordisquearme con suavidad por todo el cuerpo, yo me dejaba llevar por su ansiedad  apasionada, de pronto se levanto y sin mediar palabra, saco cuatro cinturones del armario, yo aun sorprendido por la situación no solté palabra intuía  lo que quería hacerme y la verdad que no me disgustaba la clase de juego erótico al que quería someterme, me ato una mano a cada extremo del cabecero y lo mismo hizo con mis pies, los ato a las esquinas del pie cero de la cama.

―Raúl, si te sientes incomodo dímelo y te desato― comento con voz suave.

―No si tú lo deseas hacerlo, disfrutemos del momento de placer y que el deseo de nuestros cuerpos nos lleven al abismo del placer.

Una vez inmovilizado la pasión la desbordó, se unió a mí como si fuéramos arder de pasión y de un placer sin fin, ella sentía su gozo en su interior, sus contoneos encima de mí como una yegua desbocada hicieron que yo no tárdese en eyacular. No podría decir lo que tardaron nuestros cuerpos en enfriarse pues las situaciones seguidas a la primera a cual más ardientes. Después de las primeras montadas desbocadas sobre mí, quedamos los dos un buen rato extenuados intentando reponer  fuerzas para lo que podía quedar  de noche desenfrenada de amor y pasión. Ella con caricias mas pausadas y besos saboreando mi piel y yo esperando mi tiempo para intentar hacerla sentir también con mis cartas en el juego de pasión que ella había empezado.

Se levanto de encima de mí y salió de la cama con cara de seguir desbordando placer del interior de su cuerpo.

―Enseguida vuelvo Raúl, te desato y continuamos― esas fueron sus palabras mientras se dirigía hacia la puerta del baño― no tardes― le dije mientras  yo disfrutaba con la vista puesta en su cuerpo contoneándose.

Escuche el agua de la cisterna y a continuación el agua del grifo del lavabo correr, imagine que estaría bebiendo agua o lavándose la cara, el tiempo que llevaba dentro desde que cerró el grifo ya se excedía.

― ¿Verónica te encuentras bien? pregunte desde la cama.

―Sí, enseguida salgo tú no te levantes―la situación en la que me encontraba no era para ir a por el tabaco y encenderme un cigarro, que es lo que más apetece después de un rato de sexo, comente para mis adentros

Pasado un rato Verónica salió del baño medio tambaleándose hasta llegar al puerta apoyándose en el cerco, tenía la cara desencajada le note como si la hubiera dado un bajada de tensión o algo parecido.

―Verónica ¿te encuentra bien?― le pregunte.

No hubo contestación por su parte, vi como la mirada de sus ojos estaba perdida sin mirar a ninguna parte con gran esfuerzo dio unos pasos hacia la cama extendiendo su brazo derecho como señalando algo me empezó a preocupar su cambio.

― ¡Verónica, que te ocurre dime algo!

De pronto vi como su cuerpo se desplomaba al suelo desvanecido, cayó justo al lado derecho de la cama desde mi posición tumbado y atado vi como quedo de costado con los ojos cerrados hacia la posición de la cama con su brazo derecho extendido como queriendo alcanzar o señalar algo.

― ¡Verónica, Verónica! ¡Por dios dime algo, despierta! ¡Verónica! ¡Verónica!― grite desesperadamente

Parecía que era en vano dirigirme a ella gritándola varias veces para ver si volvía en sí. Me quede fijo mirando su cuerpo por si veía algún movimiento en su cuerpo con la esperanza que no tardase en recuperarse. Deje pasar unos minutos por si su situación cambiaba, pero no fue así, volví a gritar con todas mis fuerzas por si había alguna posibilidad de que me escuchase.

― ¡Verónica, Verónica!― mis gritos fueron en vano ninguna parte de su cuerpo se movió.

Empecé a impacientarme por la situación, ella caída en el suelo desnuda sin saber que le podía haber ocurrido y atado en una cama totalmente desnudo y con una movilidad muy escasa empecé a temer por la situación de inquietud que me esperaba. Intente hacer toda clases de movimientos con mis muñecas por si había alguna posibilidad de que se deslizasen a través de los cinturones que las sujetaban pero mis intentos fueron en vano, empecé hacer movimientos bruscos con mi cuerpo de un lado para otro sobre mí aunque no sirvieron de nada, si había aguantado la cama a los embistes que le habíamos dado los dos haciendo el amor, la cama también sobrevivió a los míos.

Me empezaron a entrar sudores por la desesperación e intente tranquilizarme aunque la situación no ayudaba mucho estaba tumbado en una cama atado con mi amiga desfallecida en el suelo, así era o quería que fuese el estado de  Verónica, en un lugar apartado de la civilización sin esperanzas de que nadie supiera donde nos encontrábamos no era lugar de paso para nadie.

Perdido en la noción del tiempo pues en la habitación no había ningún reloj, los móviles estaban en el salón y en silencio para que nadie nos molestase durante todo el fin de semana, intente recordad si a alguien le había insinuado los planes del fin de semana pero estaba seguro de que no lo hice, según ella me comento tampoco sabía nadie de sus planes.

La única esperanza que había era que ella despertase, quería tener la certeza que podía haber sido un desfallecimiento por el alcohol tomado y que la hubiera sentado mal, pero un momento…, gire mi cabeza y vi un frasco de pastillas uf menos mal estaba lleno, se me había pasado por un instante por la cabeza que hubiera tomado algunas pastillas de mas aunque nunca me comento que se medicase, si sabía que tuvo hace muchos años un problema de corazón ¿pero entonces esas pastillas para que las tenia? no eran de ningún medicamento que yo conociera, serian para alguna clases de dolores leves.

Dada la postura de mis manos y brazos empecé a notar cómo se me empezaban a dormir con un ligero hormigueo, empecé hacer movimientos con ellas ya que notaba como si se me estuvieran entumeciendo.

El silencio empezaba apoderarse de la habitación, intente escuchar la respiración de Verónica pero había un sonido que enmudecía el silencio, era las que hacían las gotas al desprenderse del grifo del lavabo. Intente de nuevo despertarla de la única manera que podía, esta vez lo hice con un tono de voz más bajo y relajado por si surtía mas efecto que gritando.

―Verónica, Verónica despierta por favor no me hagas esto a mí

Tampoco surgió el efecto deseado por mí su cuerpo seguía inmóvil en el suelo, del silencio total que había excluyendo el del goteo del lavabo, empecé a escucha una voz muy cerca a mí. No podía, ser los nervios me empezaban a pasar factura, era mi subconsciente al que escuchaba, la situación me empezaba hacer efecto de delirios o ¿qué me pasaba entonces?  

Escuchaba una voz dentro de mí que me decía…

Raul prueba a dormirte puede que sea un sueño lo que estés viviendo― ¡Es verdad! no es mala idea quizás sea una pesadilla ¿pero si despierto y la situación es la misma?― dije en voz alta.

No quería ni pensarlo pero la verdad es que el sueño me vencería en algún momento, las vistas desde mi posición en la cama ya estaban más que grabadas en mi mente y con ellas no encontraría la solución a mi ansiedad, en el entorno no había nada que me pudiera ayudar a llevar mejor la situación.

El cansancio se empezaba apoderar de mí, había empezado a perder la noción del corto espacio de tiempo transcurrido desde que Verónica cayó al suelo, los minutos se me empezaban hacer eternos como si el tiempo no quisiera aliarse conmigo, no quería quedarme dormido por si escuchaba algún ruido del exterior que me diera esperanzas de sobrevivir.

Joder es verdad sobrevivir  o morir, no se me había pasado por la cabeza que esa era en la situación en la que me encontraba. La verdad que podía llegar a morir de hambre aunque no se cuanto podría aguantar sin comer, me vino a la cabeza esas personas que una catástrofe de hundimiento de edificios se pasan días sin comer ni beber, no podía no quería pensar en ello.

De pronto me entraron ganas de orinar, pero que asco me empaparía con mis propios orines sabía que no podría aguantar demasiado tiempo ―otro infortunio mas a mi agonía― pensé. Un momento no podía ser, me estaba enterrando vivo sin yo querer yo no estaba agonizando ni mucho menos.

―Piensa que la muerte agonizando no debe ser una muerte muy piadosa piensa en otra manera de morir― ¡Otra vez tu, cállate! no quiero escucharte…, conteste a mi subconsciente o lo que fuera que me hablase ¿estaré entrando en un estado de locura? Estoy contestando a mi mente, subconsciente o lo que sea, pero si soy yo ¿porque me contesto en voz alta? Desde luego que o cambio de actitud o al final acabare mal.

Se me vino a la imaginación como si de una película se tratase mi vida en imágenes pasaban tan deprisa que no me daba tiempo a pensar en ningún momento especial, por más que intentaba rebobinar y recordar volvían a pasar a una velocidad que no las podía parar ―espero que no sea un síntoma, del llamamiento de la muerte― continuaba hablando conmigo mismo

Sin poder aguantarme más las ganas de orinar el liquido empezó a manchar la sabana ―creo que desde el momento que eyacule esta ha sido la segunda satisfacción que he tenido―me dije, ahora tocaba aguantar la molestia de la humedad y el olor.

Dada la situación y que Verónica pudiera estar muerta, me empecé a preguntar cuál sería la muerte más digna por llamarlo de alguna manera.

Deja de respirar quizás esa sea la menos agónica―déjame en paz tú no eres quien para decirme como quiero morir―le conteste a mi otro yo o a mí mismo, ya no sabía si contestaba a alguien o…, si era un síntoma de locura.

Desde luego, dejar de respirar sería un suicidio por mi parte y siempre he pensado que es de cobardes. Mi locura si sigo escuchándome seguro que será mi única compañera en el fin de mis días.

Me vino de nuevo a la cabeza, el tiempo que podía estar sin comer y que podría morir de hambre. Note que se me empezaba a poner mal cuerpo, desde luego no quería que se me pasase por la cabeza el hecho de que me podría venir una vomitera, eso no por favor, bastante tengo con tener a mi alrededor mi orín.

Serian ya altas horas de la noche y la situación seguía igual, yo con la cabeza no se en que sitio, Verónica sin dar señales de vida, menos mal que la luz del baño estaba encendida como la de la habitación y podía haber alguien que viese la luz en la lejanía aunque con tanta vegetación lo dudaba. Note que el sueño y el cansancio se empezaban apoderar de mí, los brazos se me empezaban a hinchar de tenerlos tantas horas hacia arriba, mis ánimos por momentos se desvanecían, empecé a pedir perdón en voz baja a las posibles personas a las cuales hubiera hecho daño aunque solo me serviría de consuelo hacia mí mismo. Mis parpados empezaron a caer, sin que yo pudiera hacer nada por tenerlos levantados. Tenía miedo por si al despertar la situación no hubiera cambiado nada.

No sé el tiempo que transcurrió desde que el agotamiento hizo que me durmiera.

¡Pero no por dios! mis ojos al abrirse notaron una luz muy luminosa. Por miedo los volví a cerrar, lo primero que pensé era de que estaba a punto de entrar en el túnel de la muerte y que su luz venia a por mí, no podía estar muerto

― ¡No quiero morir! ¡No es mi hora!― grite desesperadamente.

Creo que desfallecí de nuevo, el tiempo para mí dejo de existir desde la primera vez que se me cerraron los ojos, mi subconsciente ya no me hablaba.

De pronto note como mi mano se sentía apretada por otra  ¿Seria la muerte que me llevaba de la mano?

―Raul, Raul― era la voz de Verónica.

Era su voz ¿pero como…? Estaba muerta tumbada en el suelo de la habitación, ¿me estaba llamando desde el mas allá? Entonces yo también estaba muerto.

―Raul, Raul ¿me escuchas? Despierta por favor te necesito a mi lado― era su voz. Poco a poco y con muchísima desconfianza fui abriendo los ojos pues no sabía lo que me podría encontrar al abrirlos, gire la cabeza sintiendo un fuerte dolor y escuchando crujidos en mi cuello.

Era ella, sentada en un sillón con un collarín en el cuello, yo seguía tumbado en la misma postura en la que me quede dormido en la habitación. Pero un momento, mis manos estaban sobre la cama y la habitación no era la de la cabaña, era la de un hospital.

―Raul, lo primero que quiero es pedirte perdón y saber cómo te encuentras, tuvimos un accidente en la autovía camino a la cabaña, me despiste al mirarte como dormías y dimos varias vueltas de campana saliéndonos de la carretera. Has estado en estado de coma durante una semana, al principio los médicos temieron por tu vida, pero gracias a que has despertado.

Esas fueron las primeras explicaciones que me dio Verónica.                  

― ¿Pero entonces no llegamos a la cabaña? ¿Y tú, te encuentras bien? ― le pregunte.

―Sí, perfectamente alguna vertebra machacada pero me pondré bien…, no te preocupes. Tú tienes varias fracturas, pero de aquí a unos días si todo va bien, que lo ira, saldrás del hospital.

Después de todo lo ocurrido, la verdad es que el que salgas de dos muertes casi seguras, es para angustiarse en la agonía.

 

 

Rafael Huertas

domingo, 16 de noviembre de 2014

FIN DE SEMANA DE LEYENDA



Todo sucedió durante unas vacaciones, ese año estrenábamos coche, un reluciente 4x4, decidimos elegir el destino a dedo y nunca mejor dicho, bueno más que a dedo a la suerte de la punta de un lápiz, cogimos un mapa de los alrededores con no más de 300 km de distancia alrededor desde nuestra ubicación. Le toco a mi mujer la suerte con los ojos cerrados y un lápiz en la mano señalar nuestro destino.
La ubicación fue en la zona del macizo de Ayllon, entre la comunidad de Madrid y la provincia de Segovia. Para conseguir una ubicación más exacta del lugar al cual iríamos, echamos mano a un mapa más amplio de la zona y de la misma manera que hicimos con el anterior mapa, la punta del lapicero sujeto por mi mujer marco un enclave, sin ver el nombre del sitio a que nos íbamos a dirigir introducimos en el GPS las coordenadas del lugar, preparamos lo necesario para pasar unos días en zona de montaña.
Salimos una mañana con una temperatura ideal, a pesar de ser pleno verano sin necesidad de utilizar el aire acondicionado del coche, una vez que salimos de la autovía la cual conocíamos de otros viajes y siguiendo las indicaciones del GPS, nos desviamos a una carretera secundaria, la cual nos dirigía hacia nuestro destino, pasados varios cruces de carreteras nos encontramos en lo alto de un puerto desde el cual las vistas era maravillosas en un enclave rodeado de montañas las más alejadas todas peladas de vegetación por la altura de ellas, ya que los inviernos en ellas debían de ser duros, se respiraba naturaleza y el silencio se rompía tras el graznar de algunas aves al pasar, como si vinieran a chismear quien irrumpía en su hábitat natural.
Al echar un vistazo a las laderas que nos habían acompañado en el viaje hasta allí, era ver un manto verde perdurable que hacían las extensiones de pinares. Por las indicaciones del GPS estábamos a pocos kilómetros de nuestro destino, la carretera cada vez se hacía más sinuosa y su estrechez hacia que en cada curva  tuviera que aminorar la marcha por si venia algún vehículo en dirección contraria, quizás porque fuera un día de diario, desde que dejamos la autovía y cruzásemos los tres pueblos de nuestro recorrido, nos cruzamos con no más de tres vehículos, las señales de aviso de animales sueltos abundaban en el recorrido, en más de una ocasión tuvimos que parar y ceder el paso al ganado que cruzaba a sus anchas de un prado a otro.
La carretera serpenteaba a través de bosques de robles jóvenes, atrás dejamos un hayedo el cual según nos dijeron en uno de los pueblos que paramos a tomar un café era el más grande en extensión del sur de Europa. Por fin vimos en el último cruce de carreteras el nombre del lugar al que nos dirigíamos ¨Bocigano de la sierra¨ la carretera seguía siendo tan sinuosa como por la que habíamos venido y desde el cruce todo se hacía de subida, en el altímetro del coche marcaba a falta de pocos kilómetros para llegar a nuestro destino, mil doscientos metros de altitud. Se nos presentaban creo, que iban a ser unos días inolvidables, rodeados de naturaleza pura.
Llegamos a lo que era la plaza del pueblo, aunque más bien era una aldea.
Tardamos unas dos horas en llegar, era medio día, llegamos a la plaza y aparcamos el coche.
El pueblo era muy pequeño, el centro neurológico por llamarlo de alguna manera, estaba alrededor de una fuente con dos caños, al pie de un joven Olmo. Cualquiera de los dos chorros de agua invitaban a echarse un trago, el agua estaba fría y se agradecía aunque la temperatura no había cambiado mucho desde que salimos de casa, pero se notaba la brisa de montaña que corría entre las escasas callejuelas del pueblo. En la plaza se encontraban algunos muchachos correteando, un grupo de mujeres charlando mientras esperaban su turno a que les atendiese lo que parecía el pescadero ambulante, dentro de una furgoneta preparada para tal uso. Imaginamos que no debía haber tiendas en el pueblo.
De la plaza salían no más de seis calles, y por lo que pudimos intuir la carretera finalizaba en la plaza, no obstante preguntamos a dos hombres que estaban sentados en uno de los poyetes situados detrás del pilón de los dos caños a la sombra del Olmo.
-Buenos días ¿Saben si aquí es donde acaba la carretera?
-Muy buenas, si aquí acaba ¿Dónde querían ir?─ Nos contestaron… Eran dos hombres de una edad avanzada, con la piel curtida, los dos con boinas negras echadas hacia atrás que dejaban entre ver la frente, con la marca blanquecina que dejaba las marcas de los rayos del sol
-Simplemente era curiosidad… Verán, estamos de vacaciones y el azar ha hecho que vengamos a esta zona de vacaciones ¿saben si aquí hay hospedaje?
-Si─contesto uno de ellos – Miren, sigan la reguera que baja calle abajo y encontraran un bar, hay alquilan habitaciones, pregunten dentro.
-Muchas gracias, son ustedes muy amables.
-Vayan con dios – Se despidieron de nosotros y siguieron con su conversación-
De lo alto del pueblo bajaba un reguero de agua, que se escondía antes de llegar a la plaza y veía la luz a la mitad de ella, el agua que corría por ella era una agua cristalina y con el sonido particular del correr del agua, no era profunda y no más de dos palmos de ancha y con un caudal rápido, pasamos por delante de lo que supuesta mente era el ayuntamiento, nos encontramos a mitad de la cuesta de la calle con el bar que nos habían indicado, preguntamos si había habitaciones, pero estaba al completo. Menos mal que habíamos venido preparados. Preguntamos si había senderos o caminos para subir a lo alto de la sierra con vehículos 4x4, nos indicaron que había un camino que salía de la carretera a la altura de en lo que sus tiempos fueron las eras. Cogimos de nuevo el coche y nos dirigimos al citado camino, detrás de nosotros venia un 4x4, al entrar al camino paramos para preguntar al conductor que venía detrás de nosotros.
-Buenos días, ¿queríamos saber si este es el camino de las eras?─preguntamos a un hombre.
-Hola buenos días, si quieren yo me dirijo a lo alto de la sierra, la pista en algunos de sus tramos esta en mal estado, pero con el coche que llevan no tendrán ningún problema- nos contesto el hombre muy amablemente.
Cruzamos por delante de varias granjas, con ganado de vacas y ovejas, cada vez que íbamos alcanzado mas metros de altura, la vegetación se iba haciendo más exuberante, nos iban acompañando robles y castaños, cruzamos un par de riachuelos sin ningún problema para los vehículos, la pista se empezó hacer mas enarbolada con un zigzaguear a través de la ladera de una montaña, en algunos claros vimos ubicadas colmenas de abejas, con sus correspondientes letreros antes de llegar para avisar del posible peligro a las picaduras de los insectos, con la consiguiente subida de ventanillas para no tener acompañantes incomodas en el habitáculo del vehículo. La mañana seguía muy apacible, ni una nube en el cielo.
 Llegamos a un alto con un cruce de caminos, donde nuestro acompañante del otro coche paro, el hombre muy amable, nos estuvo explicando hacia donde se dirigían los caminos, desde lo alto se divisaban varios pueblos de la comarca, también se divisaba  el gran hayedo, delimitado por extensos prados de color verde en los cuales se veía pastar a ganado vacuno. Nos comento que más arriba había una zona en la que se podía acampar, por si queríamos pasar la noche allí... Nos subimos a los coches y continuamos por uno de los caminos, entre piedras y riscos, hubo algunos tramos en los que tuvimos que poner a prueba nuestro estrenado 4x4, incluso en algunas rampas tuvimos que utilizar las marchas más cortas con las cuatro ruedas motrices, la pista cada vez se estrechaba mas, había tramos en el corte de la montaña que las ruedas de la izquierda, se quedaban a una veintena de centímetros del corte del camino, lo mejor era no mirar hacia esa parte de la pista ya que el más mínimo despiste nos haría caer montaña abajo, vimos como nuestro amigo nos indicaba sacando el brazo por fuera de la ventanilla para que mirásemos a nuestra derecha…¡Eran buitres sobre volándonos!
Paramos unos metros más adelante, donde el camino se ensanchaba y pudimos parar en paralelo los dos coches, nos bajamos de los coches, le invitamos a fumar un cigarro.
- No nos hemos presentado…, mi mujer Ana y yo Carlos.
-Mi nombre es...Ricardo. He parado aquí porque creo que vale la pena, ver a los buitres en su estado natural- nos comento.
Era todo un placer ver el volar de algunos de ellos planeando por el cielo del valle, otros en lo alto de la montaña, posados comiendo.
-Cada dos o tres días, suben los encargados de la buitrera a traerles de comer. Un poco más adelante, está el lugar donde pondréis acampar-comento Ricardo. Continuamos la marcha a través de rodadas marcadas entre la vegetación de una planicie de una montaña, creímos que no estaríamos lejos donde nuestro amigo Ricardo comento que podríamos acampar y efectivamente no estábamos lejos. Paro el coche  y se bajo, se acerco al nuestro antes de que nos bajásemos.
-Mirar -señalando con su brazo- continuáis por esa rodadas, bajareis a una pequeña llanura al pie de la falda de la montaña, hay estaréis mas resguardados del frio, ya que a estas alturas al atardecer bajan bastante las temperaturas como podéis imaginaros, veréis una zona que está bastante húmeda al pie de un risco, ahí tendréis agua de un manantial, lo que si tengo que advertiros es que está totalmente prohibido hacer cualquier tipo de fuego, aunque me imagino que lo sabréis, yo iré unos kilómetros más para a delante donde tengo a los animales, soy pastor y al rebaño de ovejas y de cabras en verano los subo aquí durante todo el verano, mañana subiere de nuevo y si queréis os enseñare donde las tengo emplazadas, espero que disfrutéis del emplazamiento.
-Muchas gracias Ricardo por todo, has sido muy amable, esperaremos a que subas mañana y date por invitado para desayunar con nosotros.
Ricardo arranco su 4x4, nosotros nos pusimos también en marcha para bajar por  donde nos indico…
Después de conocer la verdad sobre Ricardo el pastor, Ana y yo nos quedamos atónitos. Subimos a la plaza de nuevo, no se podía estar en ella sin echar un trago de agua del pilón resguardado por la sombra de un olmo joven, nos contaron que anterior a él había otro centenario el cual enfermo, tuvieron que talar y arrancar sus raíces. Las calles eran estrechas, por las cuales apenas entraban coches, la arquitectura de las  casas eran típicas de la comarca, predominaba la pizarra y el adobe en su construcción en las más antiguas, las pocas edificaciones nuevas se levantaban con el mismo estilo a las viejas. En uno de los laterales de las puertas de las casas, siempre se podía encontrar un poyato para sentarse y como no, en las noches de veranos era lugar de encuentro entre los vecinos. Nos acercamos al cementerio, estaba en la parte baja del pueblo
¿Cómo podíamos haber hablado con una persona muerta? Era tan real Ricardo como nosotros, después de acopiar provisiones en el 4x4 decidimos subir de nuevo a lo alto de las montañas.

Rafael Huertas



viernes, 31 de octubre de 2014

Soñando sueños



Otra de tantas noches sumido en un océano de dudas, intentando pincelar de colores los sueños, mientras tanto me abordan en la oscuridad de la noche pesadillas, intento colocar en un tiempo que no se si existe sueños de amores a veces imposibles, se me insinúan damas vestidas de un raso negro inmoral, la bellezas de sus rostros sin globos oculares la rompen las lagrimas de sangre que manan por ellos.

Se me difuminan en esa oscuridad del dormir sueños, a los que intento subirme de un salto, son como trenes que pasan por las estaciones fantasmas a gran velocidad sin parar en ellas, me da tiempo a ver muy fugazmente a algunos de esos viajeros a los que conocí después de muchos despertares, los trenes circulan sin sus ruedas de metal, una vez y otra vuelvo a intentarlo, pero mis movimientos son demasiado lentos para alcanzar el estribo de ellos, cansado de tantos intentos fallidos, se me abren los ojos en la oscuridad de mi habitación.

Noto como de mis ojos resbalan unas lágrimas humedeciendo la almohada, no sé si me encuentro soñando o estoy despierto, intento ubicarme, pero no lo consigo.

Intento buscar en mi imaginación, siento un vacio infinito como si se hubieran volatizados todos mis pensamientos, todos mis sueños llenos de coloridos, alegrías y esperanzas, me había quedado sin ellos.

Por fin, la primera claridad del amanecer me hace abrir los ojos, intento recordar lo pasado en la noche pero mis recuerdos son confusos, me vienen imágenes distorsionadas de personajes que no conozco, paisajes tenebrosos, ángeles celestiales con espadas en alto luchando entre ellos, imágenes de hadas y elfos intentando huir de las llamas del infierno. Vuelvo a cerrar los ojos intentando con esa aptitud borrar los recuerdos que me vienen de la noche, al fin lo consigo, dejo pasar unos instantes antes de abrirlos, sin quererlo me viene un suspiro de tranquilidad y me hundo en un sueño profundo.

 

 

 

Rafael Huertas  

 

 

 

 

 
 
 

domingo, 19 de octubre de 2014

La Mansión




Estaba antes de llegar al pueblo, retirada de la carretera, desde la cual se veía, una mansión majestuosa de dos pisos, no tenia prisa ninguna, pues estaba de vacaciones por la zona, por lo cual me acerque a visitarla, no había ningún cartel a la entrada del camino que prohibiese su entrada, el camino estaba en buen estado.
Pare el coche justo a la entrada, baje y alce la mirada al piso superior de la casa, tenia unos grandes ventanales y una gran terraza encima de la entrada principal, creo que era mas grande de lo que aparentaba desde afuera, a simple vista estaba en buen estado la construcción, me dirigí a la suntuosa entrada de la mansión..., lo primero que se me ocurrió fue gritar... ¡Hay alguien!
Aquella escabrosa escalera, abrazada por ramajes moribundos, con su barandilla de balaustres resquebrajados, me daba la bienvenida a la entrada de una mansión sin ningún habitante con vida aparentemente, sin subir ningún escalón volví a gritar... ¡Hay alguien! No hubo ninguna contestación.
Me dirigí a echar un vistazo a los alrededores de la casa, estaba llenos de matorrales, nada anormal para una mansión abandonada hace muchos años. Detrás, la casa era muy sombría, con mucha vegetación y grandes árboles regados por un arroyo..., su caudal se escuchaba según me iba acercando a la parte trasera de la grandiosa casa, la cual no tenia puerta trasera, lo que me llamo la atención fue ver entre la maleza un gran portón cerrado por una gruesa cadena y un enorme candado, era como una entrada a un sótano, y en los laterales de dicho portón, unos ventanales pequeños acristalados, por los cuales apartando la maleza intente ver algo de su interior pero tal era la suciedad que tenían por su interior, que era imposible ver algo.
De nuevo me dirigí a la entrada para coger el coche y dirigirme hacia el pueblo, pues quería saber si había alguna gasolinera cercana, antes de entrar al coche eche de nuevo un vistazo a la mansion, cual fue mi asombro..., que en la terraza del piso superior antes vacía, vi a través de los balaustres de la terraza una mecedora y un caballo de los de juguete, los dos balanceándose.
Volví a gritar...¡Ahí alguien en la casa! El silencio era casi sepulcral.
Hice caso omiso a lo que vi, me metí en el coche y arranque.
De camino al pueblo, en el coche no podía dejar de pensar, como se me podía haber pasado por alto el no ver antes la mecedora y el caballito de madera, estaba seguro de que la primera vez que mire a la fachada de la mansion, no estaban ahí.
A unos pocos kilómetros, antes de llegar al pueblo había una gasolinera, pare para llenar el deposito de gasolina, salió atenderme un hombre ya algo mayor, le pregunte si estaba lejos el pueblo. Pasando el puente del arroyo, a medio kilómetro se encuentra la entrada del pueblo, al nombrar el hombre el arroyo, fue tal mi curiosidad, que le pregunte por la mansion que estaba cercana a la carretera.
Su semblante cambio de repente, me contesto... si me pregunta por la casa del antiguo doctor, no se nada. Su contestación fue con voz algo temblorosa, pero no rotunda, como si tuviera miedo por la pregunta
¿Pero vive alguien en la mansion? Porque parece algo abandonada...le pregunte.
¡No..., no se nada! Ni quiero saber de esa casa. Me quede perplejo, le pague el importe de la gasolina y no quise insistir mas.
Salí de la gasolinera y me dirigí hacia el pueblo, cruce el puente que me dijo el viejo dependiente de la gasolinera, y nada mas cruzarlo ahí estaba, por la entrada no parecia muy grande, aunque vi que tenia un cartel de Hotel, me di cuenta de que había  algunos comercios cerrados con carteles de “SE VENDE” al igual que en muchas fachadas de casas.
Me acerque al hotel, imagine que tendría restaurante, pues ya se me había echado la mañana encima, aparque el coche, y efectivamente tenia restaurante y no mas de diez habitaciones, de las cuales yo creo que estaban todas vacías. Me senté en una mesa cerca de la barra, salió atenderme una mujer no muy joven que digamos, después de darme los buenos días, me pregunto que...¿Qué desea? La pregunte que si daban comidas..., si, me contesto. Es algo temprano si no la importa me trae una cerveza... la dije.
Me trajo la cerveza una jarra y un plato de patatas. Antes de que se retirase la di las gracias, y la dije:
Perdone... ¿La puedo hacer una pregunta señora? Usted dirá, me contesto.
Mire estoy de vacaciones y antes de llegar a la gasolinera, he visto una gran casa no muy lejana de la carretera, el señor de la gasolinera me ha dicho que era del antiguo doctor, me podría usted decir algo sobre esa mansion. ¡No!..., por favor no pregunte nada sobre la casa ni sobre el doctor.
Mire..., quiero pasar unos días aquí, y me ha llamado mucho la atención esa casa, donde o quien me podría decir algo sobre ella.
La mujer, tardo en contestarme..., tengo mucho trabajo, si se va a quedar unos días le preparare una habitación y le pondré algo de comer..., esa fue su contestación.
No quise, molestarla mas. Pero cada vez mi curiosidad cada vez iba a mas. ¿Que habría pasado en la mansion de antiguo doctor?


2º Capitulo

Me tome la cerveza y salí a conocer un poco el pueblo hasta la hora de volver al hotel a comer. Se le veía un pueblo apacible, de esos en los que los días pasan sin que ocurra nada fuera de lo normal, la verdad es que por las calles no transitaban apenas sus habitantes, vi una librería abierta y se me ocurrió que a lo mejor alli podía encontrar algo escrito sobre la mansion, entre y le pregunte a la librera, si tenia algo para leer sobre la mansion, no... me contesto, ni quiero tener nada que tenga que ver con ese tema en mi establecimiento. Pregunte en la biblioteca..., alli quizas encuentre algo de información. La librera me indico, que la biblioteca se encontraba al final de calle principal y hacia alli me dirigí.
Después de recorrerme la calle principal del pueblo, vi que no era tan pequeño como pensaba.
El edificio de la biblioteca, era quizas unos de los edificios mas antiguos del lugar, era de dos plantas, en la entrada había un mostrador, algo alto, pues nada mas entrar lo único que se veía detrás, era un moño de pelo cano con dos lapiceros cruzados clavados en el, al arrimarme al mostrador ya vi quien estaba debajo del moño, era la típica bibliotecaria, no se calcular los años que podía tener, gafas alargadas estrechas, mirada hacia arriba por encima de las gafas, blusa gris con un broche de negro en la solapa, al levantarse para atenderme, me fije que su cuerpo era extremadamente delgado, falda ceñida de color azul oscuro a juego con la chaqueta que tenia colgada en el respaldo de su silla.
Me dirigí a ella... Buenos días, por favor, me gustaría encontrar algo de información acerca de la mansion que hay en las afueras del pueblo, me han comentado que aquí podría encontrar algo de información. Le han indicado bien, en esta biblioteca se puede encontrar toda clase de información, sobre todo lo relacionado con el pueblo y sus habitantes casi desde su fundación.
La bibliotecaria parecia ser la única persona del pueblo, que no tenia temor o pudor hablar sobre el tema, antes de que me indicase donde podía ver algo de información sobre la mansion y sus habitantes, la pregunte si ella seria tan amable de contarme algo. Oiga..., me contesto. Todo lo que quiera saber lo encontrara en la información recopilada por mi durante muchos años, en esta biblioteca. Seguro que no necesitara mas información y si algo no encuentra al respecto, no dude en que yo le ayudare en lo que pueda. Me quede perplejo, por tanta atención hacia mi y por la información que me iba dando.
Diríjase al piso de arriba, las estanterías están clasificadas por orden alfabético, empiece buscando por la letra “D” de doctor, hay encontrara todo lo relacionado con el, su familia y mansion, no tendrá ningún problema, pues fue y ha sido el único doctor que ha existido en el pueblo.
Hacia la planta de arriba me dirigí, a buscar la estantería con la letra ”D”
Lo único que encontré sobre el doctor, fue una carpeta. La abrí...en ella, había una foto de el, una de su mujer y de sus dos hijos varones gemelos. Las únicas fechas que venían, eran las de los fallecimientos de los componentes de la familia, la primera que falleció fue la madre en un accidente de trafico, con teinita y cuatro años según el informe, iba con sus dos hijos, de dos años en el cual uno de ellos quedo en estado vegetativo, el otro solo tubo contusiones. El nombre del doctor, era Luis, el de la madre Josefina y los de los niños Adrián y Samuel.
Según el informe, el padre murió a los ocho años de morir su mujer y parece ser que no estaba muy claro, si fue por accidente o suicidio, fue por un disparo en la cabeza.
La fecha de los hijos, estaba como “desaparecidos”, eso era todo lo que había en la carpeta sobre la información de la familia del doctor.
No era mucho que digamos, lo suficiente para que la intriga por lo que me atraía la casa, fuese en aumento.
Al despedirme, la bibliotecaria me pregunto si había encontrado algo de interés en lo que estaba buscando..., gracias por todo, aunque creo que el interés por la mansion, me va hacer ir a visitarla de nuevo..., la conteste. No creo que encuentre nada interesante en ella, desde la muerte del doctor, se cerro y después de que la policía, diera el caso por cerrado, nadie ha vuelto a entrar en ella, aunque después de lo sucedido si se han escuchado muchas historias sobre la mansion, gracias de todas las maneras..., ha sido usted muy amable.
Ya se me hacia tarde para comer y fui al hotel, haber que me había preparado la dueña, la comida fue suculenta, después de tomar el café le pedí la llave de la habitación, era bastante acogedora, me tumbe a ver si podía descansar y dormir un rato, pues mis planes eran acercarme a la casa de nuevo antes de que anocheciera.




3º Capitulo

Nada mas despertarme, cogí el coche y emprendí camino hacia la mansion del doctor, antes me pase por la gasolinera a comprar una linterna, pues recordé que no tenia linterna y quizas se me podía hacer tarde y seguro que la casa estaría sin luz, pues mi intención era entrar en ella y quitarme el gusanillo de conocerla por dentro.
Pare el coche justo en la entrada, donde la primera vez, lo primero que hice fue mirar hacia la terraza principal, estaba completamente vacía no estaba ni la mecedora ni el caballo de madera, algo raro pasaba, o cuando estuve la primera vez, vi cosas que no existían.
Me dirigí a hacia la escalera escabrosa..., de los laterales del ultimo escalón, nacían dos grandes columnas sujetando la terraza principal del segundo piso. Me acerque a la puerta principal, era grande con un llamador de metal en el centro, con la mano algo temblorosa golpee sobre la puerta con el, lo hice como cuatro veces, y como era de esperar nadie contesto, baje la mano hacia la manivela para intentar abrirla, cual fue mi sorpresa, que estaba sin echar la llave, abrí la puerta y entre, tenia un gran recibidor, a la izquierda una entrada diáfana hacia un gran salón, a continuación una escalera ancha, que subía hacia la parte superior de la casa, debajo de la escalera una puerta, imagino que seria un armario ropero y a la derecha una puerta de vaivén que daba a la cocina, la luz era escasa, pues tenia todas las cortinas echadas, el mobiliario tapado con sabanas blancas, entre a la cocina para buscar el cuadro de la luz, por si había suerte y hubiera corriente, pero alli no se encontraba, me dirigí de nuevo al salón descorrí las cortinas, era enorme, en un extremo una gran librería llena de libros la mayoría de medicina, pegada a la ventana una mesa con sillas de comedor, en el centro de la pared del fondo una gran chimenea, a su alrededor y tapados con sabanas dos grandes sofás y un sillón, se la veía un casa acogedora, estaba tal cual la dejaron sus inquilinos, me dirigí hacia la escalera para subir al piso superior, la barandilla era con balaustres blancos y pasamanos en negro.
Una vez arriba, la barandilla continuaba hacia la derecha. Había cinco puertas las cuales daban a los dormitorios, era un largo pasillo de un lateral de la casa al otro.
Entre, en lo que creía que podía ser el dormitorio principal, estaba a la izquierda, un dormitorio grande pero nada del otro mundo, pero un momento..., en un rincón estaba la mecedora que vi junto al caballo en la terraza, la habitación estaba unida por un pequeño pasillo a la terraza, la siguiente puerta era el dormitorio de uno de los hijos, llena de juguetes y muy alegre, a continuación la otra habitación la del otro hijo, igual que la otra, pero esta aparte de los juguetes tenia una silla de ruedas de esas especiales para niños con discapacidad, me impresione al verla, debía ser la habitación del hijo que quedo mal parado en el accidente, las otras dos, una imagino que la de invitados y la otra una habitación de juegos de los niños y alli estaba, el caballo de madera que vi desde afuera en la terraza.
Baje de nuevo a la planta de abajo, en algún lugar tenia que estar la entrada para bajar al sótano que vi en la zona de atrás de la casa, abrí lo que creí que era un armario ropero y no, era la entrada al sótano, pero no se veía absolutamente nada, encendí la linterna y nada mas abrir la puerta, que olor, no se si era a humedad de estar cerrado y sin ventilación, pero no era nada agradable ese olor, ilumine la escalera para ver el estado en el que se encontraba, parecia que estaba bien, bajando me dio en la cabeza como especie de un cordón, era de esos que se utilizan para encender la luz, tire de el, y suerte había luz. ¿Pero que era lo que veía?... De pronto se apago la luz.
Volví a encender la linterna, una vez abajo el olor era mas intenso, era como...,una acumulación de olores ufff me daban  hasta arcadas, a la izquierda al final de escalera estaba el cuadro de la luz, con un montón de interruptores y uno general, subí el general y efectivamente había luz, el sótano, era toda la planta baja de la casa.
Era un laboratorio, con estanterías llenas de frascos de cristal con líquidos, había una mesa de quirófano, en un lateral con infinidad de instrumentación preparado para hacer operaciones quirúrgicas, pero esto dentro de lo normal pues era la casa de un doctor, aunque pensándolo bien..., en la casa no había ningún sitio donde pasar consultas, tampoco pregunte si en el pueblo había consulta medica, imagino que si, y alli seria donde el doctor pasaría consulta.
Había un escritorio, con cajones en uno de sus laterales, todos cerrados con llaves, busque la llave por encima y no estaba, pasando la mano por debajo, no te algo, efectivamente era la llave, aunque estuviera feo lo que estaba haciendo, la curiosidad me podía, fui abriendo los cajones y todos vacíos menos el ultimo, en el cual había una carpeta y dentro un juego de llaves una de ellas mas pequeña que las otras, igual que la de los cajones, debía ser ser del archivador que estaba junto al escritorio, ¡Si! era del archivador, estaba lleno de carpetas con informes médicos, creo que eran sobre pacientes del pueblo, lo que me llamo la atención es que la mayoría eran de niños.
Un momento..., escucho ruidos en la parte superior, que raro, eran como unos golpes, subí arriba haber de donde venían los golpes. Que veían mis ojos..., era el caballo de madera estaba fuera de la habitación detrás de la barandilla del pasillo de las habitaciones y balanceándose, ese era el ruido que escuchaba, pero como podía estar ahí si estaba dentro de la habitación, ahora si que me entraron nervios y para que hacerme el valiente, algo de miedo tambien tenia, no era muy normal lo que estaba ocurriendo, subí con algo de precaución, cogí el caballo y lo lleve a la habitación en la que estaba, entre a la otra habitación del otro hijo y ¡Dios! No podía ser la silla de ruedas no estaba, que estaba ocurriendo. ¿Quién podía haber movido esos objetos? ¡Ahí alguien en la casa!.... Grite. ¡Ahí alguien!... Como era de esperar, no había nadie o por lo menos no hubo contestación ninguna.
Algo estaba pasando, no se que seria, pero en la casa me dio la impresión de que algo raro ocurrió. Baje al salón a ver si en la gran librería había algo interesante, que me pudiera orientar sobre que es lo que estaba pasando, encontré un álbum de fotos de familia, le eche un vistazo, la mujer era joven y bella, por lo menos en un retrato que se encontraba ella sola, en otra estaba con los niños, eran como dos gotas de agua, dos años ponía en la fecha de la foto, debió ser poco antes del accidente, del doctor solo había una, un hombre normal con un gran bigote. Había una foto suelta, en la que se encontraban los dos hermanos juntos, daba cosa mirarla, uno subido en el caballo de madera y el otro..., pobre, en la silla de ruedas sujeto por la cintura y por la frente con unas correas, para que no se cayese imagino, lo mal que lo tubo que pasar esa criatura, en el informe de la biblioteca ponía que después del accidente se quedo en estado vegetativo.
Lo que no me explico es como el doctor se pudo hacer cargo, de esas dos criaturas el solo, durante seis años y de los niños no se volvió a saber nada. Imagino que dejaría la consulta para atender a sus hijos, o tendría alguna ayuda de una mujer para los quehaceres de la casa. Desde luego la casa estaba en perfecto estado, si no fuera por  la suciedad acumulada por el tiempo, nadie diría que estaba cerrada.
Ya se había hecho de noche y volví al sótano, pues era la parte de la casa, en las que había cosas que me pudieran dar algunas respuestas sobre lo que alli paso, de momento, muy limpio que digamos no estaba, pero el olor que anteriormente tenia había casi desaparecido. Un momento..., esto ya era para pensarse si continuar alli o salir por pies, no podía ser...,la silla de ruedas estaba alli en un rincón, o el olor que había anteriormente me había afectado, o esto ya pasaba a ser cosas de espíritus o algo parecido.
Que podía hacer, subir las escaleras como tren que lleva el diablo o quedarme y seguir investigando.



4º Capitulo

Volví a echar un vistazo a los informes médicos, me preocupo mucho el ver tantos informes de niños. A la vez no podía dejar de mirar la silla y como había ido a parar alli.
Ya eran altas horas de la noche y la verdad que estaba cansado, quizas por las experiencias casi paranormales diría yo, que habían ocurrido en mi estancia en la casa. Deje los automáticos, del cuadro de la luz, como los encontré, encendí la linterna y subí a la planta principal, a echar las cortinas que descorrí y me dirigí fuera de la casa, tenia ganas de coger el coche llegar al hotel y pegarme una buena ducha y descansar, mañana seria otro día, para intentar descubrir algo mas.
La noche la pase pensando, no se me quitaba de la cabeza lo de la silla de ruedas y lo del caballo, pero que si algo si descanse, baje a desayunar. La mujer del hotel me pregunto. ¿Ha ido a visitar la casa del medico? Me extraño mucho que me hiciera esa pregunta, porque al preguntarla yo por el tema el día que llegue, no quería saber nada. Si..., la conteste. ¿Por qué me lo pregunta? No, por nada. Y a los pocos segundos. ¿Ha visto o le ha pasado algo extraño? Dicen que el espíritu del doctor, anda vagando todavía por la casa y que ocurren cosas extrañas. No..., nada anormal, la conteste. No quería que me tomase por un loco.
A la que si tenia ganas de visitar de nuevo era a la bibliotecaria, creo que era la única con la que podía hablar sobre el tema, ella tenia que tener mucha mas información de la que encontré en la estantería con la letra ”D” en la biblioteca. Hacia alli me dirigí, de una de las calles que daban a la principal escuche el sonido del correr del agua, debía ser del arroyo, ande por esa calle hacia adelante, había un pequeño puente sobre el arroyo, pasado el puente había un camino arbolado y un poco mas adelante vi que se encontraba el cementerio, me acerque hasta la puerta.
Era como cualquier cementerio..., una vez dentro vi que estaba muy, muy  bien cuidado, lo que me extraño, es que había algunas tumbas con cruces en mármol blanco y todas mas o menos juntas, me acerque a ellas.
Eran todas de niños y en las grabaciones de las cruces, todas con edades similares, ufff aquello me dio mucha grima, incluso algunas tenían puesto las fotos de los pequeños, las fechas de los fallecimientos coincidían casi todas, mucha casualidad, pensé...
Salí del cementerio, con no muy buen cuerpo, después de ver esas cruces de mármol blanco.
Me digí hacia la blibioteca, al cruzar la puerta como el día anterior, alli estaba el moño con sus lapiceros clavados era el de, mi amiga la bibliotecaria, detrás del mostrador. Acercándome di los buenos días, buenos días..., me contesto.
¿En que puedo ayudarle de nuevo? Mire ayer por la tarde estuve en la mansion del doctor, de camino hacia aquí me he pasado por el cementerio, he visto algunas tumbas de niños de corta edad, me gustaría si no es mucho atrevimiento invitarla a un café y que me contara si es usted tan amable, lo que sepa sobre los acontecimientos de la época, en la que el doctor vivió solo con sus dos pequeños. No se, no se..., me contesto. Aquí en el pueblo la gente es muy habladora, en cuanto ven a una mujer soltera, con un apuesto joven como usted, ya sabe..., por favor señora..., la dije.
No vaya usted a pensar que yo... no, si es por las habladurías.., comento.
Cuando cierre la biblioteca, si quiere nos vemos en la cafetería del hotel después de comer..., me comento. ¿Y porque no mejor?..., si me permite el atrevimiento, la invito a comer y así tenemos mas tiempo para charlar sobre el tema, pues me gustaría por la tarde volver de nuevo a la casa. De acuerdo..., nos vemos en la cafetería del hotel, le parece a la una y media... Si señora buena hora.
Salí de la biblioteca convencido, de que en la comida podría obtener algunas respuestas, que me inquietaban sobre la mansion.
Espero que la bibliotecaria no se piense, que quiero tener algo con ella, jeje, la he notado algo coquetona conmigo.
Me di un paseo por el pueblo, para hacer algo de tiempo y con la primera persona que me encontré le pregunte, si había algún consultorio medico en el pueblo, me contesto que si, pero solo esta abierto dos días a la semana y que pasaba consulta un medico que venia del pueblo mas cercano, hace años se cerro por la muerte del doctor.
Nada mas llegar al hotel, lo primero fue decirla a la señora del hotel, que preparase una mesa en un sitio tranquilo para dos.
La bibliotecaria llego puntual, pero que veían mis ojos..., el moño se la debió caer por el camino iba con el pelo suelto, vestido de color rojo y muy pintorrojeada, huy, huy, no quería imaginarme lo que no me quería imaginar, pero dejemos esos detalles aparte. La invite a tomar algo antes de sentarnos a comer, ella se pidió un vermouth blanco y yo una cerveza.
A todo esto me presente, mi nombre es Dario encantado y ¿El suyo?...,
Me llamo Ana, encantada.
¿Cómo tanto interés? Por la mansion y su familia..., me pregunto.
Fue pasar por la carretera y verla a lo lejos me llamo la atención, me acerque a verla de cerca, lo curioso fue lo que me paso, la terraza principal estaba vacía cuando llegue y al irme vi dos objetos, una mecedora y un caballo de madera. A partir de ahí, fue curiosidad por aquella casa, ayer paso lo mismo, cambiaron de lugar sin ninguna explicación normal.
Lo que le ha pasado a usted, con la mecedora y el caballo de madera, es una historia que se viene escuchando hace años en el pueblo, la gente que lo ha contado no ha vuelto mas alli. Cuentan que el espíritu del doctor deambula por la casa..., me comento.
¿Y que me puede decir? sobre las tumbas de los niños, y que fallecieran todos mas o menos en la misma época... Fueron atendidos por el doctor, según el, fue una epidemia que afecto algunos niños a la vez, a todos ellos los atendió en su casa una vez que empeoraban, y así los podía tener mas vigilados. ¿Pero como se las podía apañar? atender a sus dos hijos, uno de ellos en el estado en el que estaba y encima a otros niños enfermos... Nada mas morir su mujer contrato a una ama de llaves, que tenia conocimientos de enfermería, esta mujer desapareció antes de su muerte...
Pero si le parece seguimos con la conversación tomando el café, después de comer pues la mesa ya esta puesta y enseguida nos servirán la comida. Y así disfrutaremos mas de la comida..., comente.
La comida estaba exquisita y que decir del postre, con el café me pedí una copa de brandy y mi amiga la bibliotecaria me acompaño con lo mismo. El cambio radical de cuando la conocí, uff, no me la hubiera imaginado así de ninguna de las maneras.
Continuamos con la conversación, entre trago de café y brandy.
Sin yo preguntarla, siguió contándome...,de sus hijos no se ha vuelto a saber nada, pues al faltar unos días sin aparecer por la consulta del pueblo el doctor, el gasolinero se acerco a la casa para que le hiciera unas recetas y fue el, el que se encontró el cuerpo sin vida, según el informe de la autopsia llevaba muerto unos tres días, hasta que se descubrió su cuerpo.
Y eso es todo lo que puedo contarle Dario, sobre el doctor y la mansion. Ya sobre las cosas extrañas que ocurren dentro, es un tema que me da mucho respeto, y no le puedo ayudar.
Ana, lo único que puedo decirla es que ha sido usted muy amable al haber accedido a mi invitación y a contarme todo lo que sabe sobre el tema, si descubro algo mas, usted será la primera en enterarse, ahhh y otra cosa. ¡Que esta usted muy guapa! ha sido un placer el haberla conocido. Ahora si me lo permite, voy haber si me doy una vuelta por  la mansion, ya me pasare por la biblioteca si hay acontecimientos nuevos.


De nuevo, camino de la mansion me iba preguntando, que podía hacer si me encontraba de nuevo con la silla o el caballo cambiados de lugar, que seria o quien seria el que los cambiase. Iba con ese temor, pero después de los pasos dados, tenia que encontrar esas respuestas, y no había otro lugar que en la mansion. De una cosa si estaba convencido y era que no estaba haciendo nada malo y creo que a nadie le podía molestar.
De nuevo estaba alli con la linterna en la mano, mirando hacia la terraza. ¡No, por favor otra vez, no! La mecedora y el caballito, alli estaban como dándome la bienvenida, me dirigí hacia la escalera de la entrada, las cortinas descorridas, pero como puede ser, esto ya me olía o a broma o a cámara oculta. Las deje como las encontré al entrar en la casa, corridas del todo. Entre dentro..., las sabanas no estaban por encima de los muebles, todo el mobiliario estaba al descubierto. Me dirigí hacia la puerta del sótano con la linterna en la mano, seguro que ahí, estaban todas o partes de las respuestas que estaba buscando, se me ocurrió tirar del cordón que encendía la luz de la escalera que bajaba al sótano, la luz se encendió, que cosa mas rara..., yo deje los interruptores de la luz todos bajados, y estaba todos para arriba.
Había un silencio total, el mal olor había desaparecido por completo, abrí de nuevo el archivador, cogí la carpeta donde estaban los informes de los niños, todos coincidían con los nombres de los del cementerio, abrí otra carpeta, esta eran informes personalizados de los niños y efectivamente por las fotos eran los mismos niños que estaban enterrados en el cementerio del pueblo. La causas de las muertes, todas por enfermedad y la verdad no entiendo nada de medicina, pero en cada informe ponía un nombre diferente y según Ana la bibliotecaria, todos fallecieron por una epidemia, Algo no me cuadraba, pues debería poner el mismo nombre en todos los informes.
Nada mas guardar las carpetas en el archivador, algo empezó a ocurrir, empecé a notar como un pequeño temblor, cada vez iba a mas no podía moverme, que es lo que estaba ocurriendo. De momento paro... pero la camilla de quirófano y la bandeja con instrumentación que había al lado empezó a moverse con movimientos cada vez mas fuertes, los bisturís, tijeras y demás instrumentos empezaron a caer al suelo. De pronto tambien se paro, ufff  ¿Qué podía hacer?... ¿Salir de alli?
Me quede como una estatua, no sabia si moverme y echar a correr escaleras arriba o que, pero un momento, los segundos que me quede paralizado, pensé... donde esta la entrada con el portón que había en la parte trasera de la casa, fue un detalle que se me paso por alto la otra vez que baje, entonces el portón no tiene entrada a la casa, saldré a ver que es lo que esconde. Nada mas empezar a subir las escaleras de nuevo otro temblor, este tan fuerte que me dio miedo a subir por la escalera, empezó a oler mal como la primera vez que baje, me gire..., ¡Y por dios! La camilla de quirófano estaba toda ensangrentada, y la instrumentación que se había caído al suelo estaba toda extendida por encima, parecia como si algo o alguien me quisiera meter miedo, pero, ¡No! Si hubiera sido así, ya se me lo podía haber hecho y aunque soy un poco escéptico a lo paranormal, creo que alguien o algo me quería decir algo.
Lo único que se me ocurrió, fue como un loco, hacer preguntas no se a quien. ¿Que quiere o que quieren de mi? ¿Qué puedo hacer, para entender lo que esta pasando? ¡Si esta en mis manos ayudare!... Dije. Todas las palabras entrecortadas y con mi cuerpo todo tembloroso, se me iba a salir el corazón lo tenia a trescientos.
Encima del escritorio no había nada, y de pronto con sangre se empezó a escribir. “En la parte de atrás, de la casa”
De piedra me quede al ver, como se iba escribiendo la frase.





El desenlace


Antes de salir, recordé que el portón estaba cerrado con una cadena y un candado, una de las llaves podía ser las que estaban con las de los cajones y el archivador, estaban encima del archivador, las cogí y me dirigí hacia fuera de la casa, ya estaba casi anocheciendo.
Una vez delante del portón, lo primero que me dio por fue por pensar..., que haber que podía haber ahí adentro. ¿Con qué me encontraría? Eche el poco valor que me quedaba, a las espaldas, abrí el candado y aparte las cadena, abrí la puerta hacia arriba, pero me di cuenta que no había nada para sujetarla, me asome alumbrando con la linterna, parecia como otra especie de sótano contiguo al de la casa, había una escalera que bajaba, parecia segura, por lo menos tenia barandilla, precavido de mi cogí el candado, por si las moscas, por lo menos no me quedaría encerrado ahí abajo, solo me faltaba eso, después de todo lo que había pasado.
Había una oscuridad total..., aquí si que olía a humedad, había un pasillo y por la situación, creo que iba paralelo al costado de la casa, a unos pocos metros acababa el pasillo y daba como a una especie de una habitación grande, antes de entrar entra en la habitación vi una mesa con tres candiles, una garrafa con un liquido que me imagino que seria de alcohol para los candiles y una caja de cerillas, llene uno de los candiles y rece para que las cerillas encendiesen, y así fue encendí el candil. Uffff  que horror no me lo podía creer, que veían mis ojos ...
Estaba la mecedora..., con un cuerpo putrefacto, por las vestimentas parecia de una mujer sentada delante, como de una especie de nichos abiertos pequeños y en cada uno de ellos, cuerpos de niños desnudos en el mismo estado. Pero esto no era todo, tambien estaba la silla de ruedas y lo peor..., con un niño sentado, imagino que seria el hijo del doctor y el caballo de madera detrás de la silla, como escondido.
No sabia que hacer, pensé que lo mejor era salir de alli y avisar de lo que había descubierto.
¿Porque y como habían llegado hasta alli? La mujer tenia como roto el cráneo, como por un fuerte golpe. ¿Qué habría pasado?
Pero antes de salir, el caballo se empezó a mover cada vez con mas energía, no sabia que hacer, me acerque haber si es que tenia algún mecanismo que hiciese que se moviera, pero no parecia que hubiese nada. Un momento..., detrás de la silla de ruedas vi que había como especie una cartera colgada, fue cogerla y el caballo se paro, claro, ya iba entendiendo todo lo que me había ido ocurriendo en la mansion, habían sido como mensajes.
Me acerque a la mesa, abrí la cartera a ver los que había dentro, había unos folios escritos, parecía una especie de informe que decía:
Los niños que he tenido a mi cuidado, junto a mi ayudante y ama de llaves, han sufrido una epidemia desconocida, hemos intentado con todos nuestros conocimientos y medios, salvar sus vidas incluso con operaciones complicadas en el sótano, he llegado a utilizar a mi hijo sabiendo en el estado en que se encontraba, como conejillo de indias, haciendo trasplantes a los niños afectados, nunca me lo perdonare, pero dieron buenos resultados todos, los niños iban evolucionando favorablemente, incluso mi hijo llego a mejorar algo con la ayuda de los otros niños, de pasar de estado vegetativo, llego a entender y a contestar con sus ojos, fue un milagro. Dos días antes de empezar a darles el alta a los niños mas mejorados, mi ama de llaves desapareció, y los niños sin causa alguna empezaron a empeorar, estuve tres días sin ir a pasar consulta al pueblo por estar con ellos, haber si podía encontrar la causa del empeoramiento, primero falleció mi hijo y en cuestión de horas se me fueron muriendo en mis brazos los demás. Fue, todo un caos, el cielo encima se vino encima...
Mientras leía aquello, escuche unos ruidos que venían del final del pasillo, solté los papeles, y me dirigí para ver que podía ser...
¡Ana!... ¿Qué hace usted aquí? Se presento apuntándome con una pistola, no sabia a que venia todo eso.
Dario..., tubo que venir usted a este lugar a remover todo lo que ya estaba olvidado, a remover mi amor del pasado, por el que luche, después de la muerte de su mujer, ¡Si! El doctor y yo nos enamoramos, tuvimos que tener nuestro amor escondido por culpa de las habladurías de la gente del pueblo, y después vino su ama de llaves, que quiso alejarme de el, yo no lo podía permitir, ella siempre a su lado, sentada en la mecedora cuidando de su hijo enfermo y viendo como jugaba su hermano con el caballo de madera.
Y yo era la amante de el, no era justo, cada día le absorbía mas ella, los niños enfermos, nos quitaban momentos de estar juntos.
Un día en una discusión que tuve con ella, la empuje y ella cayo por las escaleras, se levanto y se vino hacia mi, cogí una figura del salón y le di con ella en la cabeza. Fue un accidente..., me dijo ella toda exaltada. Como un accidente, tu la asesinaste..., la dije. A todo esto no dejaba de apuntarme con la pistola.
¿Y los niños, que les paso? ¿Y que hiciste con sus hijos?
Los niños estaban moribundos...,¿Qué podía hacer? Los baje aquí con ella, con su mecedora para que los siguiera cuidando, lo mismo hice con su hijo enfermo... les di de beber, uno de los líquidos que tenia Luis en el sótano, supongo que seria veneno. Ana, usted esta enferma... Sabe que algún día esto se sabrá.
Y con su otro hijo, ¿qué hizo? A el no le hice nada, no he vuelto a saber de el después de lo ocurrido con la ama de llaves, salió por la puerta corriendo y nadie ha vuelto a saber de el.
¿Pero y las cruces del cementerio? Están puestas simbólicamente por ellos..., me contesto, con voz fría y calculadora.
¿Y como la policía no miro aquí abajo? Si que miro, pero no pudo encontrar nada porque esto, estaba cerrado por un muro, pero no se quien de estos espíritus endemoniados o lo que sean, lo han abierto para ti. El caballo empezó de nuevo agitarse, yo note que empezó a ponerse nerviosa, yo estaba justo delante de la silla de ruedas y del caballo.
¿Qué esta pasando ahí detrás? Pregunto..., parece ser que el caballito quiere jugar con usted o serán los espíritus endemoniados, pero creo que no vas a tener esa oportunidad, querido Dario. Creo que les vas hacer compañía, por una buena temporada.
No se lo que paso, pero en un instante, note como algo me arrollaba por atrás, caí al suelo y escuche un disparo. Vi como la silla de ruedas con lo que quedaba del niño atado con las correas, se dirigió hacia ella, y la tiro contra la mesa donde estaba la garrafa con el alcohol, el alcohol le cayo encima y no se como, pero empezó arder sin yo poder hacer nada, los gritos eran terribles. No puede hacer nada por ella.
La mecedora empezó a moverse, el caballo lo mismo y la silla de ruedas empezó a moverse hacia donde yo estaba, paro frente a mi y ocurrió algo, muy especial...
Empecé a ver como el aire se iluminaba alrededor de la silla, vi como se iba regenerando la cara del niño, vi como le caían unas lagrimas, tenia una cara sonriente y su mirada la dirigía hacia arriba y hacia abajo, no me cabía ninguna duda de que estaba dándome las gracias, en los nichos paso lo mismo con los niños, me miraban sonriéndome, la mirada del niño de la silla de ruedas se dirigía hacia el pasillo, la silla empezó avanzar hacia ella y paro justo a la entrada del pasillo, justo alli  empezó a desvanecerse la luz y su cara, se empezó a difuminar, como la de los demás.
Antes de subir las escaleras, eche una ultima mirada hacia atrás, el pasillo había dejado de existir era una habitación completamente vacía y cerrada. Cerré el portón y eche el candado con la cadena.
Fui a la puerta principal, antes de entrar eche un vistazo en la terraza, estaba vacía, entre a echar un vistazo a la casa, todo parecia normal, baje al sótano y lo mismo. Ya en la puerta y con la noche encima, cogí el coche y me dirigí hacia el hotel.
Fue una noche tranquila, me dormí nada mas tumbarme en la cama. A la mañana siguiente nada mas levantarme, pague la cuenta después de desayunar, me extraño que la dueña no me preguntarse nada, me dirigí hacia el cementerio, pasado el puente cogí unas flores del campo, y las deje delante de las cruces de los niños.
Nunca mas volví al pueblo nunca mas. Solo espero que todos, todos los que deje en aquel sótano, descansen en paz.


Rafael Huertas